Una trampa o el destino (2da. Parte)
El mismo día
New York
Robert
Dicen que todos tenemos secretos. Algunos son inofensivos, otros… catastróficos. Los hay tan oscuros que ni el espejo se atreve a devolvernos la mirada. Y sí, la mayoría los escondemos no por vergüenza —como dicen los moralistas— sino por estrategia. Porque un secreto, es una ventaja para nuestro enemigo. Claro que los débiles los ocultan por culpa. Los astutos, por conveniencia.
Aunque asoma la gran pregunta no es cuándo abrir la caja de Pandora, no es cuando revelar ese secreto. No. Ese es el error de los impulsivos. El verdadero dilema es: ¿estás listo para lo que liberes? ¿Tienes las manos limpias y la mente fría para mirar el caos sin pestañear? Porque cuando la caja se abre, no hay marcha atrás. Algunos corren. Otros lloran. Yo, simplemente observo. Y si lo jugué bien… gano.
Porque los secretos no son una maldición. Son una herramienta. Y solo los ingenuos creen que el silencio siempre se rompe. No. A veces… solo se transforma en otra cosa: en poder,