Secreto

Pesé a mi insistencia, Leo me acompañó a mi departamento y se negó a marcharse hasta verme comer algo.

No sólo no quería que fuera conmigo porque era innecesario y me preocupaba que mis vecinos hicieran un escándalo al verme entrar con un hombre a mi departamento, si no porque al haberme enfocado en mi trabajo no estaba al día con mis labores domesticas, lo cuál es una forma elegante de decir que todas las habitaciones eran un desastre y no me moría de ganas de que lo viera.

En todo caso, cómo no fue posible hacerlo cambiar de opinión, opté por aparentar que no me importaba. 

— Bueno, ya me trajiste a mi casa en una pieza, muchas gracias. Puedes considerar tu misión completada.

— Dije que quería verte comer antes de irme.

Respondió dirigiéndose directamente a la diminuta cocina. 

— Tu alacena está vacía y el refrigerador también.

Me reprochó. 

— Bueno, comprenderás que si no he tenido tiempo para comer o dormir tampoco para ir de compras.

— ¿Y qué pensabas llegar a comer?

— Todavía debe haber fideos instantáneos por allá.

Dije señalando una de las gavetas.

— Necesitas comer algo que por lo menos tenga algún valor nutrimental.

— No es cómo si estuviera muriendo por desnutrición, por ahora basta con algo que me aporte calorías para seguir funcionando, ya iré al súper mañana. 

Rodó los ojos y sacó su celular.

— ¿Sushi está bien? 

— Sí, está bien. Como cualquier rollo, siempre que no lleve salmón fresco. 

Hizo un gesto afirmativo con la cabeza y ordenó la comida en una aplicación. 

No estaba en condiciones de ser una anfitriona modelo, además de que estrictamente hablando no lo había invitado, así que me senté en el sofá a cerrar los ojos un momento mientras esperábamos la comida, pero me quedé dormida sin querer y cuando abrí los ojos un par de horas después estaba sola.

Leo debió haberse quedado un rato mientras yo dormía, porque la sala y la cocina estaban en orden y el paquete con el logo del local de sushi estaba en la mesa.

Oh no.

Se sentía muy extraño tener de nuevo a alguien que cuidara de mí, sin importar que su motivo fuera sólo la culpa.

Me quedé pasmada un par de minutos, viendo mi cocina limpia y la comida en la mesa sin saber cómo reaccionar. 

De primer momento lo más lógico era buscar la forma de agradecerle para quedar a mano y así el balance entre nosotros volvía a ser cero, pero mientras escribía un mensaje a Karina para preguntarle qué le gustaba desayunar para sorprenderlo al día siguiente me di cuenta de una cosa. 

No lo había hecho por mí.

El motivo original por el que aceptó esta farsa en contra de su voluntad fue para proteger a Sofía desde un principio, yo no era más que un escudo para blindarla y si Leo estaba tratando de “protegerme” era porque de poco sirve un escudo roto ¿Verdad?

En ese caso no había necesidad de gestos de agradecimiento, bastaba con cumplir mi papel lo mejor posible y no complicarle la existencia. 

Devoré la comida, a pesar de que tenía un regusto amargo, y volví al trabajo un par de horas para irme a dormir temprano. 

No quise averiguar que opinaba el internet del incidente de la mañana, ya me enteraría cuando estuviera en mejores condiciones para afrontar la crisis.  

Al día siguiente esperaba recibir una llamada de Karina para discutir lo que había sucedido e informarme el curso de acción a seguir, pero mi teléfono no sonó hasta casi las dos de la mañana y aunque no me hubiera sorprendido que siguiera trabajando a esa hora, no se trataba de ella.

— ¿Bueno?

— Hola, sólo hablaba para asegurarme de no habías colapsado de nuevo. 

— Es un poco tarde para una llamada de cortesía, ¿No te parece?

— Te apuesto el café de mañana a que no te desperté.

Por un segundo consideré mentirle, pero no estaba segura de que me creería y la apuesta no merecía el riesgo.

— No me despertaste, sólo interrumpiste mi trabajo.

Admití.

— Debería aconsejarte que dejes de trabajar a una hora razonable y duermas lo suficiente, pero yo sigo en el estudio. 

— El lanzamiento está cerca, ¿No? Supongo que es inevitable.

— No sé si es inevitable o sólo estoy siendo obstinado.

— Voy a necesitar más contexto para darte mi veredicto. 

— En teoría las canciones para el nuevo álbum deberían listas o cuando menos en las ultimas etapas de producción, pero sigo sin estar satisfecho con las canciones que seleccionaron. 

— ¿Por alguna razón en particular? ¿O sólo estás siendo demasiado perfeccionista con tu obra?

Eso me pasaba mucho al principio y aún me sucedía de vez en cuando, había veces en las que sin importar lo que hiciera siempre había una página que no era lo suficientemente buena para ser publicada. 

— El equipo de marketing quiso que nos centráramos en canciones de amor, ya sabes ahora que nuestro romance secreto salió a la luz, pero lo que tenemos hasta ahora se siente tan vacío… Estoy tratando de componer algo para poder grabar sin tener que atrasar el lanzamiento, pero estoy perdido. 

— ¿Y por qué no tomas inspiración de alguna experiencia personal para que por lo menos tenga significado para ti?

— Parece fácil, pero tampoco me sentiría cómodo hablando abiertamente de mí mismo en las letras.

— No tienes porque hacerlo, siempre puedes usar metáforas que queden abiertas a la interpretación y modificar los detalles que creas necesarios, al menos eso intento cuando quiero identificarme con mi trabajo sin necesidad de desnudarme frente a los lectores. 

— Supongo que podría jugar un poco con la verdad…

— ¿Sabes que es divertido? A veces puedes confesar tus más obscuros secretos sin que nadie más que tú se entere. 

Lo había hecho un par de veces en oneshots, era una manera de conseguir catarsis sin necesidad de sentirme vulnerable, porque todo el mundo iba a darle la interpretación que quisiera con base en sus propias circunstancias, no en las mías. 

— ¿Un secreto obscuro?… mmm ¡Se me acaba de ocurrir algo? Dame un momento… ¿Puedes quedarte un rato en la línea?

— Vale, puedo quedarme mientras coloreo páginas.

Se nos hizo tarde mientras lo escuchaba tararear y me cantaba a capela las posibles letras en las que estaba trabajando. 

Ojala pudiera dibujar el embrujo de su voz, pero tenía tantos matices que ni siquiera era capaz de definir de qué color era.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP