Damisela en apuros

Aunque racionalmente sabía que el suelo estaba fijo, el movimiento que percibía me estaba dando nauseas.

El corazón me latía tan aprisa que mis pulmones no podían suministrar suficiente aire para seguirle el paso.

Tenía que salir de ahí rápido o iba a terminar vomitando o peor aún desmayándome frente a ese montón de desconocidos. 

Notas mal intencionadas y la subsecuente reacción del publico aparecieron en mi mente y sentí como si alma estuviera a punto de abandonar mi cuerpo, hasta que un brazo sostuvo firmemente mi cintura, cómo si se estuviera aferrándome a mí para obligarme a permanecer anclada en la realidad.

Leo estaba junto a mí con el ceño fruncido, y un poco pálido. Era consciente hasta cierto punto de que su brazo estaba rodeándome para evitar que me cayera de cara, pero se sentía cómo si estuviera viendo esa escena más que protagonizándola. 

— Lo siento, creo que es momento de que nos retiremos. Una disculpa a quienes se quedaron sin foto, espero poder compensarlos después. 

Se disculpó antes de arrastrarme hacia su coche. 

Las cámaras no se apartaron de nosotros ni siquiera mientras emprendiamos la retirada.

Casi podía escuchar la voz de Karina reprochándome haber arruinado el cuidadoso plan del equipo de marketing y relaciones públicas. 

— ¿Estás bien? ¿Qué m****a pasó? ¿Qué tienes?

Demandó después de ayudarme a subir al coche y ponerme el cinturón. 

Ahora que estábamos sólos, pude notar una nota de pánico en su voz.

— Estoy bien. 

Dije, esforzándome por no jadear.

— Te vez pálida como acabaras de salir de la morgue y tu mirada estaba completamente pérdida, cómo si no estuvieras aquí. 

— Sólo necesito descansar un momento. 

Respondí, aunque la verdad era que yo tampoco estaba segura de qué había sucedido y no tenía idea de que hacer para remediarlo, pero el hecho era que mi cuerpo me estaba pidiendo tumbarme y cerrar los ojos.

Refunfuñó en voz baja y despareció de mi campo de visión por un momento, para volver con una cajita de cartón con jugo de manzana en la mano.

— Bebe esto despacio, luego duerme mientras busco un lugar para ir a comer. 

— Sólo lleváme a mi casa, lo ultimo que quiero es que vuelvan a rodearnos tus fans.

Dije mientras apuñalaba el envase con el popote de plástico. 

— ¿Segura que puedes esperar hasta que lleguemos?

Asentí con la cabeza.

— Sólo quiero cerrar los ojos un momento.

— Vale, descansa. Avísame si necesitas algo o te sientes mal.

De nuevo, respondí que sí con la cabeza. 

Después de darle unos sorbos al jugo, Cerré los ojos y traté de normalizar mi respiración. 

Cuando volvía a abrirlos estábamos estacionados frente a mi edificio. 

— ¿Qué horas son? ¿Por qué no me despertaste cuando llegamos?

Dije mientras volvía a conectarme lentamente con la realidad.

— Porque te hacía falta dormir. ¿Cómo estás? Ya tienes mejor color. 

— Después de comer algo voy a estar como nueva.

— Vale, vamos.

— ¿Eh.. A dónde?

— A tu departamento a que comas algo.

— Descuida, puedo arreglármelas sola.

— Me voy a sentir más tranquilo si puedo asegurarme de que no te desplomes de nuevo. 

— No fue para tanto…

— ¿Qué no fue para tanto? Si no te detengo le hubieras dado un beso al suelo, seguro.

— Ya estoy mejor, ¿Vale? No es como si desmayarme fuera un hábito.

— ¿Qué rayos pasó? Hubiera sido útil que me dijeras que no te sentías bien, así hubiéramos evitado que entrara en pánico cuando te pusiste mal de la nada o habríamos cancelado y nos ahorrábamos todo el espectáculo. 

— No me sentía mal en la mañana, sólo estaba cansada por haber pasado toda la noche trabajando. Fue una tontería, ni siquiera creo que esté enferma, sólo… no sé, la gente nos rodeo y empecé a sentirme mareada. No sé cómo puedes manejarlo con tanta facilidad, yo estaba desesperada por salir de ahí.

— Maldita sea. Puedo pedirle a Karina que te dejemos descansar un tiempo y que tengamos cuidado la próxima vez para que no estés expuesta a la multitud como pasó hoy, pero no puedo garantizar que no volverá a repetirse o que no te va a abordar un loco la próxima vez que salgas a comprar leche. No debiste haber tomado este riesgo, ojala hubiera una manera de que volvieras a tu vida normal.

Se lamentó.

— No voy a estar desprevenida la próxima vez, si es que hay una próxima vez.

— La va a haber, ser una figura pública puede ser peligroso, por eso me alteré tanto cuando vi que la foto de Sofía empezó a circular, sé que no es asunto tuyo y que demasiado estás haciendo en lidiar con esto en vez de ella, así que no me estoy justificando, pero espero que entiendas por qué reaccioné cómo lo hice.

¿Se estaba disculpando conmigo? Eso era algo nuevo.

— Debí haber sido más prudente, pero de verdad no creí que fueran a reconocernos o hacer un alboroto sólo porque salí a tomar un café, te juro que nunca fue mi intención exponerla.

— Lo sé, ya lo hubieras hecho si esa hubiera sido tu intención, sólo entré en pánico y en el momento parecía más fácil culparte a ti que a mí mismo por ponerla en esa situación para empezar, pero no sólo es mi responsabilidad que ella esté metida en esta relación que probablemente no tenga futuro sino que también te terminé arrastrando a ti para encubrirla.

Demonios. Nunca creí que me iba a causar remordimiento hacerlo sentirse culpable, pero  no podía dejar que siguiera autoflagelándose cuando yo tenía gran parte de la culpa de este desastre.

— Ok, sólo para dejar algo en claro, no te culpo por lo que pasó ¿Vale? Este desastre es el resultado de mis propias decisiones y por más necia que sea Karina soy un adulto capaz de decir “No”, así que no soy una damisela en apuros e incluso si lo fuera tú no serías mi caballero en brillante armadura ¿Está claro?

No hacía falta explicar que sería más bien la bruja y que él ya tenía una princesa que rescatar.

— Dejando las metáforas dramáticas de lado, estamos en el mismo bote, nos guste o no. Es mi obligación encargarme de que esta farsa no acabe contigo.

Oh no. 

Aunque trate de ser tan honesta con él cómo sea posible, parece que su ataque de culpa va lo está confundiendo y si no tenía cuidado iba a terminar confundiéndome a mí también. 

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP