31.
Agarro la zanahoria y después de lavarla comienzo a comerla. Camino hasta la entrada. Abro la puerta y me siento en el suelo. No veo a nadie, no hay otras cabañas cerca como para verlo sin salir de la casa. Aunque me gusta, siempre viví con gente a mi alrededor, no por elección propia y ahora que lo pienso estos últimos años sola siempre me iba a las ciudades en vez de los bosques solitarios.
—¿Tienes hambre?
—No, gracias.
Sé que no debo mentir, pero siempre está cocinando. Él se sienta a mi lado.
—Es probable que mi suspensión termine y tenga que trabajar como antes.
—¿Cuantas horas trabajas?
—De 12 a 16— yo me tenso y él agarra mi mano— el mínimo es 8, pero yo hacía todo eso porque estaba solo, era horrible llegar a una casa vacía, sin embargo, aun soy el Beta así que aprovechare mis privilegios al máximo para verte. Trabajare cuando estes durmiendo.
—¿Yo debo trabajar?
—Por la escasez de hembras jóvenes no, pero tal vez en unos años se vuelva una ley. Buscamos llamar la aten