Denise levantó la mirada despacio, observándolo como quien espera otro tipo de orden.
—¿Puedo saber por qué? —preguntó con la voz baja, pero cargada de intención.
—Puedes cumplir lo que te pedí. —El tono de él era frío, controlado.
Denise cruzó los brazos, clavando los ojos en él.
—¿Vas a despedir a la chica?
Dorian suspiró, molesto con la suposición… o con el hecho de que ella probablemente tenía razón.
—Solo… mándala a mi despacho.
Denise dudó un segundo. Analizó su expresión como si intentara descifrar una contraseña de caja fuerte… y pareció no gustarle lo que encontró allí.
—Como quieras —respondió al fin, seca. Y se dio la vuelta para salir, no sin antes añadir por encima del hombro—: Pero piensa bien lo que vas a hacer.
Francine estaba apoyada en la encimera de la cocina, riendo de una historia que Malu contaba sobre un accidente con harina y una licuadora poseída.
Pero la risa de ambas se desvaneció en el aire cuando Denise entró por la puerta, con una postura más rígida que d