Ella miró a Dorian con una sonrisa triunfante.—¿Perdiste la cabeza de una vez, señor anfitrión?—Completamente —respondió él, extendiendo la mano.Ella la aceptó.Dorian, cada vez más curioso. Francine, cada vez más… escurridiza.Él hacía preguntas sutiles. Ella respondía con medias verdades y una sonrisa.—¿Eres de aquí?—Hoy lo soy.—¿Puedo saber tu nombre?—Puedes intentarlo.Dorian sonreía, pero sus ojos estaban en alerta. Como si cada paso de ella fuera un enigma.Francine, en cambio, se movía con ligereza. Pero por dentro, el pánico ya empezaba a golpear.Fue entonces cuando, de reojo, vio a Malu, medio escondida entre dos columnas, haciéndole señas desesperadas con las manos.Francine se volvió hacia Dorian.—¿Me disculpas? Necesito… ir al baño.Él asintió, pero sus ojos la siguieron hasta que desapareció del salón.En el pasillo, Malu ya la estaba tomando del brazo.—¡Mujer, estás loca! ¿Bailando con él? ¿Llamando la atención así? ¿Cómo piensas salir de esta fiesta ahora que
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