52. Saltar al vacío
Penelope
No puedo mentir, la verdad es que tener a Nicklaus esforzándose por demostrar que le importo me ha derretido un poco.
Mientras camino hacia la cabaña de Lila, una sonrisa radiante se dibuja en mi rostro. Nicklaus ha estado haciendo esfuerzos visibles para ganarse mi perdón, y aunque no se lo he dicho, mi corazón ya ha cedido por completo ante él.
Mis pasos son ligeros y mi mente está llena de recuerdos de la mañana: su cuidado, sus palabras, la sensación de su toque. La brisa fresca acaricia mi piel, y siento que todo mi ser vibra con una emoción nueva, una alegría que no puedo ocultar.
Llego a la cabaña, aún sumida en mis pensamientos, y empujo la puerta con un aire de anticipación. Lila me recibe con una ceja levantada, su mirada perspicaz clavándose en mí.
—¿A qué se debe tanta alegría, Penelope? —pregunta, con una sonrisa que no puede disimular.
Intento encogerme de hombros con indiferencia, pero no logro ocultar la felicidad que emana de mí. La sonrisa se ensancha en mis