Dos

El ambiente es incómodo.

El aire en el comedor era denso, casi palpable, cargado de una tensión que Lauren sentía punzarle la nuca. Ella, en verdad, desearía evaporarse, volverse invisible, cualquier cosa con tal de no estar sentada a esta mesa. Pero la mirada de Ezra, una súplica silenciosa en sus ojos oscuros, la mantenía anclada. Él necesitaba su presencia como un escudo contra el veneno sutil que se vertía en estas "insidiosas comidas familiares", como él las llamaba.

La familia de Ezra. Lauren los observaba de soslayo, y la analogía de la jauría de buitres le venía a la mente con una precisión escalofriante. Estaban allí, erguidos en su arrogancia autoimpuesta, con sonrisas delgadas y ojos brillantes, acechando a su presa. Ezra era el trozo de carne, y ellos, los carroñeros elegantes, esperaban pacientemente cualquier tropiezo, cualquier vacilación, cualquier error que pudieran usar para reafirmar su propia supuesta superioridad y declararlo, una vez más, un incompetente.

La conversación, como siempre, giraba en torno a sus propias glorias y logros, magnificados hasta lo ridículo.

— Sabes, hermanito. — comenzó la tía Beatrice, su voz un arrullo meloso cargado de sarcasmo, mientras se servía una porción generosa de pavo, — anoche en el club de campo, el presidente me comentó lo excepcionales que son mis rosas este año. Dijo que jamás había visto una 'Black Baccara' con semejante profundidad de color. ¡Uno realmente nace con el don para ciertas cosas!

Ella Lanzó una mirada fugaz a Ezra, que miraba fijamente su plato.

El tío Michael, un hombre cuya barriga parecía competir con su ego, carraspeó.

— Tonterías, Beatrice. El verdadero talento está en los negocios. Cerré un trato esta mañana, una adquisición que revolucionará el mercado de los… bueno, no te aburriré con los detalles, jovencito, — añadió, dirigiéndose a Ezra con una palmada condescendiente en el hombro. — Basta con decir que algunos nacimos para liderar, para tomar decisiones importantes. Otros… bueno, otros prefieren los números en una hoja de cálculo, ¿verdad, Ezra?

Una risita seca recorrió la mesa.

La prima Ciara, una aspirante a artista con una visión del mundo tan inflada como sus expectativas de fama, suspiró dramáticamente.

— Es tan agotador ser una visionaria. Anoche tuve una epifanía, una concepción artística que trascenderá generaciones. Todavía no puedo revelarla, por supuesto, la crítica no está preparada para tanta genialidad. Pero créanme, cuando la vean… el mundo del arte temblará.

— Mi querida Ciara es tan talentosa, no me sorprendería que pronto se convierta en una líder de su generación. — Michael llena de alabanzas a su hija.

Cada comentario era una puñalada sutil, disfrazada de conversación casual. Cada anécdota, una reafirmación de su propio valor percibido a expensas de Ezra. Lauren apretaba los labios, sintiendo la rabia crecer en su interior. Quería interrumpirlos, señalar lo patético de su egocentrismo, la crueldad disfrazada de familiaridad. Pero sabía que cualquier intervención suya solo empeoraría las cosas para Ezra. Su silencio, su mera presencia, era su forma de ofrecerle apoyo, de recordarle que no estaba solo en esta jaula dorada de vanidad y desprecio. Ezra le dedicó una breve y agradecida mirada.

Pero, por supuesto, al ver que Ezra no se inmutaría tan fácilmente decidirían unirse para atacar a la persona más vulnerable dentro del salón: Ella misma.

— ¿Y cómo está todo contigo, querida? ¿Ezra es un buen jefe? —  La pregunta de Beatrice resuena y hace que todos se callen y la miren a los ojos. — Siempre va estresado a todos lados, no debe ser fácil para tí.

Lauren sonríe con el mismo cinismo que Beatrice.

— El señor es un excelente jefe, ser líder realmente está en su naturaleza. No hay duda de que dirigirá la empresa y la llevará de vuelta a sus años de gloria.

Lauren había practicado toda su vida cómo responder a las preguntas de la familia de Ezra, evasivamente.

Simplemente tenía que halagar a Ezra hasta que se aburrieran de preguntar.

— ¿Qué podías esperar de una Beta? Solo saben seguir órdenes como perritos entrenados. — Dice Ciara desde su asiento. — No tienen criterio propio.

El comedor volvió a llenarse de risitas burlonas.

Ezra la miró con insistencia, pero ahora fue Lauren quien le dio una mirada tranquilizadora, ella había aprendido hacerse de oídos sordos ante los comentaros y las críticas de las personas que ni siquiera la dejaban sentarse con ellos a la mesa, para ella era todo un honor poder quedarse junto a Ezra y pagar toda la bondad que ha recibido de su padre.

Incluso cuando tenía que permanecer de pie y comer después de ellos.

— Pero, deberías sentirte agradecida con tus padres por haberte dado a luz como una Beta aburrida y sin gracia, esa es la única razón por la que se te permite estar aquí.

Las palabras duras de Carla logran atravesar la coraza de Lauren, trayéndola de vuelta a la realidad incluso si no quería aceparlo: El odio descomunal de Ezra hacia los omegas jamás permitiría que se acercara no fuera una Beta ''aburrida''

Por esa misma razón había tomado la decisión de apoyarlo en todo lo que pudiera hasta que su vientre comenzara a notarse, cuando resulte para ella muy dificil esconder su embarazo pediría unas vacaciones para poder dar a luz tranquila con el pretexto de necesitar un descanso.

Era el mejor plan, Ezra ni siquiera podría negárselo.

Además, habia oro problema por el cual no le creerían.

— ¿De qué sirve si al final no dejará descendencia? ¿Quién heredará entonces los negocios? ¿Un niño adoptado que no compartirá sangre con nosotros? — Pregunta el tío Michael. — ¿No es un dolor de cabeza?

Debido a su inestables feromonas, Ezra había sido declarado infértil mucho tiempo atrás.

No era algo que especialmente lo fastidiara, pero cuando se corrieron los rumores en su familia ya no lo dejaron en paz.

Lauren suspira, resignada.

— A quién se la voy a heredar no es problema suyo, tenga por seguro que su hijo Johannes ni siquiera sería considerado como candidato. ¿No era él adicto a las drogas y a las apuestas?

— ¡Eso es una mentira!

— Y, aprovechando que estamos todos reunidos. — Ezra alzó una copa, con una sonrisa victoriosa como la de una persona que está a punto de ver el mayor mejor acontecimiento de su vida. — Planeo revisar el presupuesto que reciben todos y reducirlo a la mitad.

«Salud» Lauren brindó con la cabeza, ya ni siquiera pudo decir nada más cuando los gritos y los insultos se apropiaron del comedor.

Edward, el hermano más joven de Ezra, le dedica una tímida sonrisa cuando sus ojos se encuentran en medio del alboroto, Lauren le sonríe de regreso y lo saluda con un ademán.

Lauren observaba el caos, sintiendo una punzada de lástima por Ezra, pero también una creciente admiración por su valentía al atreverse a desafiar a esta jauría de "dueños del mundo".

la puerta del comedor se abrió lentamente. En el umbral apareció Olivia, la madre de Ezra. Su presencia irradiaba una calma imperturbable que contrastaba drásticamente con el alboroto reinante. Empujaba suavemente la silla de ruedas de su marido, Ezarel, un hombre de mirada aguda y silenciosa que observaba la escena con una expresión indescifrable.

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