El ambiente es incómodo.El aire en el comedor era denso, casi palpable, cargado de una tensión que Lauren sentía punzarle la nuca. Ella, en verdad, desearía evaporarse, volverse invisible, cualquier cosa con tal de no estar sentada a esta mesa. Pero la mirada de Ezra, una súplica silenciosa en sus ojos oscuros, la mantenía anclada. Él necesitaba su presencia como un escudo contra el veneno sutil que se vertía en estas "insidiosas comidas familiares", como él las llamaba.La familia de Ezra. Lauren los observaba de soslayo, y la analogía de la jauría de buitres le venía a la mente con una precisión escalofriante. Estaban allí, erguidos en su arrogancia autoimpuesta, con sonrisas delgadas y ojos brillantes, acechando a su presa. Ezra era el trozo de carne, y ellos, los carroñeros elegantes, esperaban pacientemente cualquier tropiezo, cualquier vacilación, cualquier error que pudieran usar para reafirmar su propia supuesta superioridad y declararlo, una vez más, un incompetente.La conv
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