Mundo ficciónIniciar sesión— ¡Mamá es el tirano que dijiste! ¿Lo recuerdas, mamá? ¡Lo dijiste!— Mi hija seguía parloteando con una mirada llena de brillo, como si hubiera visto un hada. Me miraba a mí y sujetaba mis mejillas para asegurarse de que le estuviera prestando atención.
— ¡Tú dijiste que los tiranos roban el dinero de los dem-!
— ¡Shh! calma ya, cariñito. — Le cubrí la boca rápidamente antes de que pusiera la última piedra sobre mi tumba, fingiendo arrullarla contra mi pecho. — Veo que estás muy cansada.
Querido Dios, si me permties librarme de esta incómoda situación prometo cuidar mejor mi boca frente a mi hija.
— Parece que la pequeña se ha confundido, aún no dimensiona la realidad de las telenovelas que ve conmigo. — Casi lloro de felicidad cuando la gentil Marta decide salvarme el pellejo. — Espero no se moleste demasiado, son cosas de niños.
Ezra miró la escena con un tipo de expresión que no pude leer, pero su suspiro final me regresó el alma al cuerpo.
— Creo que he tomado mucho tiempo de ustedes por hoy, lo mejor será que regrese otro día. — Dijo casi como si hubiera leído mis pensamientos, intenté no demostrar felicidad cuando se levantó del asiento y por un segundo me dió la espalda, pero él se giró rápido hacia mí.
Wow, ¿Cómo había hecho eso? ¿Se dió cuenta que me alegraba que se fuera?
No, imposible. Ezra es muy inteligente en otras cosas... Pero no en sentido emocional.
— Lauren, ¿Por qué no acompañas al señor a la salida? — La sugerencia de Leonel, me cayó como balde de agua fría. — Yo llevaré a la niña.
— No, en realidad yo... — Intenté rechazarlo, pero las palabras no salieron de mi boca, ni siquiera una sola sílaba además de:— Está bien.
La distancia entre la sala de estar y la entrada solo se trataban de unos cuantos pasos de los que no estaba preocupada, pero el recorrido entre la puerta y la entrada principal de la residencia, sin cotnar eld esvío hacia el auto de Ezra -un camino apenas iluminado y tenebroso- era lo que me hacía sudar frío.
— Bueno, que tenga buena noche. — Murmuré sin siquiera darme la vuelta, estaba tensa y podía sentir el sudor frío recorrerme la espina dorsal.
— No esperaba verte de nuevo aquí. — Fue el primero en hablar, congelando mis pasos en el momento. — ¿Realmente creías que no iba a reconocerte?
...
Lo sabía.
Mi sexto sentido me indicó escapar cuando Ezra avanzó hacia mí, pero él se encargó de someterme en mi lugar usando la dominación Alfa y mis pies se sintieron anclados al suelo.
— Parece que has estado viviendo en una alcantarilla mientras te escondías. ¿Tanto querías pasar desapercibida o lo que te llevaste no fue suficiente?
¿Yo? ¿Llevarme? ¿Qué diablos está diciendo este jodido loco?
— Ezra- solo escúchame ¡Yo-!
Vamos, Lauren. Dilo como has practicado tantas veces.
¡Habla y explícale la verdad!
¡Abre la boca, maldita sea!
— Debiste haber vivido como si estuvieras muerta, dejarte encontrar por mí fue el peor error que comestiste. — La presencia abrumadora de Ezra me hizo sentir insignificante y a punto de ser aplastada como una cucaracha, mi omega interior que permaneció dormido cinco años empezaba a estremecerse ante el shock de feromonas repentino.
¡No Ezra, por favor déjame explicarte!
— Si tanto querías casarte e irte a hacer una familia yo te habría apoyado, mi familia te hubiera dado su bendición. — En ese momento dejé de batallar para liberarme de la prisión de sus feromonas, atónita.
Vaya, me doy cuenta que incluso ahora...
Incluso ahora la posibilidad de tener conmigo una familia ni siqueira se le pasó por la cabeza alguna vez.
— Ahora sé que vives aquí, recuerda eso en el futuro cuando te preguntes por qué vives en la miseria.
Ezra me dejó ahí, liberándome de la prisión que me impidió hablar, mi corazón empezó a retumbar con fuerza dentro de mi pecho y un dolor agudo que me atravesó me hizo caer al suelo.
Pero el dolor de mi corazón que había estado ansiando un reencuentro diferente fue mucho más insoportable.
(...)
Por Dios, ¿Lauren?
¿Realmente estabas esperando que te recibiera con los brazos abiertos? Ezra Vance te odia hasta el punto de quererte miserable.
Pero aún no entiendo de qué hablaba cuando insinuó que me llevé algo, ¿Qué podría tener conmigo? Él incluso congeló mis cuentas bancarias y no pude usar mis ahorros para escapar a un buen lugar para criar a mi hija.
Si hubiera tenido dinero conmigo... Estoy segura que ''eso'' tampoco habría ocurrido.
Ni siquiera pude aplicar a otras empresas porque fui anexada a la ''lista negra''
Ezra se había encargado de arruinar mi vida en todo sentido incluso después de tantos años que trabajé como un perrito fiel a su lado.
— Lauren ¿Qué estás haciendo fuera de la cama? — Marta se apresuró hacia mí y apartó mis manos de la maleta, tocándome luego las mejilas. — ¡Santo Dios, estás hirviendo!
¿Lo estaba?
Poco después de que Ezra se fuera una extraña fiebre me poseyó, de no ser porque Leonel salió a buscarme probablemente habría desfallecido en el frío del patio durante la noche.
— Ya me puse un parche para la fiebre. — Señalé el objeto en mi frente, apartándome. — Me llevaré a Liv por un tiempo, por favor espero que lo acepte.
La noche de ayer me dí cuenta del odio que tiene Ezra no es natural, él ya no era el jefe amigable y a veces amargado para el que alguna vez trabajé, se convirtió en un hombre frío lleno de odio que no dudaría en descargar contra mí.
Quiero decir, yo podría soportarlo... Pero mi hija, no. Ella no va a pagar por los errores de su madre.
— ¿Por qué decidiste irte de repente? ¿De qué vas a vivir? ¿A dónde irás? — Marta sigue haciéndome preguntas que no puedo responder, yo solo empaco lo esencial.— ¿Es por culpa de los comerciantes? Podemos resolver el tema de la venta del terreno fácilmente.
No, Marta. Estás equivocada.
Si supieras que mi sola presencia hará que los dejen en la calle no tratarías de detenerme de esta manera.
— Liv, despídete de la abuela. — Fue todo lo que dije, intentando ser tan fría como pudiera.— Ya llegó el taxi.
Luego me encargaría de hacer saber en mi trabajo sobre mi renuncia, espero que me paguen una liquidación decente para poder mudarme lejos.
Cuatro años atendiendo bastardos pervertidos y soportando sus quejas y borracheras deberían ser bien pagados.
Mi mente se siente nublada, la fiebre me hace tener alucinaciones sobre el pasado y mis mejillas arden como si hubiera estado horas bajo el sol, además aquel maldito dolor aún no se escapaba de mi pecho, como si estuvieran apretándome con fuerza.
Tomé el pomo con inseguridad, resoplé aire caliente mientras me aferraba a la pequeña mano de mi hija.
Adiós, Marta.
Adiós, Leonel.
Espero poder volver a verlos pronto.
— Vámonos, Liv.
— ¿No es muy temprano para huir? —Me quedé boquiaberta con lo que encontré al abrir la puerta.— Está haciendo mucho frío, podría enfermarse tu hija.
Ezra estaba de pie, un paso delante de mí, en el umbral de la puerta. Sigue mirándome de esa forma que tanto me incomoda.
— ¿Pensabas ir a algún lado? — Pregunta con una mueca, divertido al parecer.
Trago saliva, intento disimular lo nerviosa que estoy. Ezra es como un perro que huele el miedo de otras personas.
— ¿Cómo podría?
— Eso es algo bueno, ya perdiste tu oportunidad de huir. — Murmura, solo yo puedo oirlo.
Sin poder hacer nada más, mi cuerpo debilitado por el estrés y la fiebre se desvanece.
— ¡Mamá!







