Lauren todavía no podía comprender qué había pasado, desde que manifestó su segundo género en la primaria había sido un Beta sin ningún tipo de cambios.
¿Entonces qué disparates estaba diciendo el doctor?
— Eres una omega, sin ninguna duda. — Repitió el doctor al ver su estado de trance. — La razón por la que fuiste diagnosticada erróneamente es porque tus feromonas son demasiado inestables, su nivel de actividad era demasiado escaso, como si estuvieran dormidas pero hubo algo que las sacudió...
Lauren mira el montón de pruebas con incredulidad,sus dedos tiemblan al sujetar las hojas de papel.
— ¿Cómo... Siquiera es posible que algo así ocurra? Nunca he visto un caso de una persona que cambie como si estuviera mudando de piel.
El doctor vuelve a revisar los documentos.
— Es un caso médico bastante raro e inusual, pero ten por seguro que no es imposible. — Dice él. — Un alfa dominante pudo ser la causa directa, por lo general ellos suelen tener problemas para controlar sus feromonas explosivas y necesitan un omega dominante para eso, los cuales son bastante difíciles de encontrar dada su baja natalidad, pero tú, querida, eres una de ellos.
El olor esterilizado del antiséptico picaba las fosas nasales de Lauren, un contraste marcado con la vertiginosa revelación que acababa de hacer añicos su mundo.
— Debe haber algún error. — insistió, su voz temblaba ligeramente mientras miraba el rostro impasible del doctor. —Mi familia... Estoy segura que no hay omegas.. ¿Cómo podría ser esto posible?
El doctor se ajustó las gafas.
— La genética puede ser algo curioso, señorita. Estos rasgos pueden permanecer latentes durante generaciones, solo para resurgir inesperadamente. Si bien su historial familiar inmediato puede mostrar un linaje de Betas, es completamente posible que un ancestro lejano portara el gen Omega dominante. Solo se necesita uno.
Lauren se miró las manos, como si esperara que se hubieran transformado, que llevaran alguna marca visible de este cambio sísmico en su interior. Se veían igual, se sentían igual. Sin embargo, las palabras del doctor flotaban pesadas en el aire.
— Es bien sabido que los omegas dominantes tienen una mayor probabilidad de tolerar las feromonas descontroladas de los alfas dominantes debido a su propia presencia fuerte, no hay errores en esto, señorita.
Lauren asintió, pero algo muy dentro de ella seguía sin creer lo que estaba escuchando, como si su cerebro estuviera protestando en contra de lo que había ocurrido.
— De cualquier modo todavía es muy débil, podría volver a ''dormirse'' fácilmente, por lo que aconsejo que pase más tiempo con su esposo si quiere estabilizar por completo su ciclo, además también será beneficioso para el bebé recibir las feromonas de su padre, no es por ser supersticioso pero dicen que ayuda a que se desarrollen como alfas.
Porque sí, no solo su segundo género había cambiado, también está embarazada.
Lauren ríe nerviosamente, su corazón acelerado mientras el doctor revisa los ultrasonidos del bebé que vivía dentro de su vientre sin haber sido notado por nadie hasta ese día.
— ¿Y qué debo hacer para eso?
— Por lo general, tener sexo.
Lauren se atragantó con su propia saliva, el doctor la miró por encima de los anteojos y siguió:
— Pero debería bastar estar cerca, el bebé recibirá naturalmente las feromonas de su padre.
Lauren mira nerviosa las paredes del consultorio, Omega y Embarazada, ¿Cómo había podido terminar de ese modo?
Claro, todo era culpa de él. De ese hombre arrogante y orgulloso.
— ¿Qué te dijo el doctor?
Lauren salió pálida como una hoja de papel del consultorio, lo suficientemente distraída en sus propios pensamientos y sentimientos como para percatarse de que Ezra, su jefe, había ido a buscarla. Lauren se tensó y por inercia se esconde los resultados médicos tras la espalda y traga saliva.
Porque el padre del bebé que estaba esperando era nada más ni nada menos que su propio jefe: Ezra Leif Vance.
— Dijo que todo está bien. — Responde Lauren, caminando a la par de Ezra hacia la salida.
Por supuesto, tantos años que Lauren ha trabajado junto a él son más que suficientes para saber que él jamás se creería eso tan fácilmente.
— ¿Haberse desmayado en medio de una junta corporativa ahora significia nada? — Cuestionó. — Voy a tener que ir a charlar con ese doctor.
— ¡No, espera!
Lauren lo detiene.
— Estoy realmente bien, no tienes que hacer un escándalo. — Suspira, ella intenta ocultar sus manos temblorosas. — Dijo que era por exceso de trabajo.
Finalmente Ezra frelajó los hombros, le había creído a ella. Lauren se muerde el labio, le da mal sabor de boca tener que mentirle a Ezra de esa manera, pero ni siquiera ella misma había podido asimilar la noticia de que estaba embarazada... De él... ¿Cómo podría esperar que él si aceptara?
Además, había otro problema que le impedía confesar.
— Ezra, la noche de la inauguración del Resort en la costa.. — Lauren juega nerviosamente con la cinta del cinturón de seguridad.
— Abróchalo bien, no es un juguete.
Ezra se inclina hacia ella, su cabello hace cosquillas en la nariz de Lauren mientras él abrocha el cinturón, está tan cerca que puede inhalar su perfume, ese que tanto le gustaba de él, con más intensidad.
«¿Quizás si... Nunca fue un perfume?»
Lauren no puede evitar pensar que quizás todo el tiempo fueron las feromonas de Ezra.
— ¿Qué pasó esa noche que dices? Te has quedado callada de repente, lo cual es raro porque tú nunca te callas.
La risa de Ezra se queda atascada en sus oídos, Lauren revienta la burbuja de fantasías en que se había encerrado antes de hacer la pregunta que sigue atascada en su garganta.
— ¿Tú aún no reuerdas lo que pasó?
Ezra hace una mueca, a él realmente no le gusta hablar sobre esa misteriosa noche.
— Solo sé que fue una buena noche para nosotros, conseguimos muchos aliados comerciales, luego me dió sueño y me fui a dormir temprano.
Lauren asiente, decidida a no preguntar más cuando nota la incomodidad en el lenguaje corporal de Ezra.
Ya había aceptado el hecho de que, por alguna razón, el celo de Ezra se adelantó esa noche y no recordaba nada de lo que ocurrió después.
Ni siquiera la forma en que logró seducirla y convencerla de ''ayudarlo''.
«Deberías sentirte avergonzada, Lauren...¿Qué derecho tengo a decirle que estoy embarazada?» Se regañó mentalmente.
— Solo creí que... Habías comido algo en mal estado por error, al parecer habían cosas fuera de temporada, escuché que hubieron algunos enfermos, afortunadamente no te afectó.
Ezra suavizó su ceño con su explicación, conmovido, le revolvió el cabello a su tonta asistente, sin apartar la vista del camino, Lauren se encoge en su asiento, siente que el corazón se le va a salir del pecho y nota la forma en que sus mejillas parecen arder.
El camino a la mansión Vance fue tranquilo y lleno de Charlas triviales (Lauren intentaba desesperadamente desviar la atención insistente de Ezra por saber de sus resultados médicos) y en un abrir y cerrar de ojos llegan a la absurdamente enorme mansión de la familia de Vance.
«Nunca me acostumbraré a esto, no importa cuántas veces venga aquí...» Lauren suspira y se desabrocha el cinturón de seguridad, pero Ezra permanece quieto, inmóvil y con la mirada fija en la ventana.
— ¿Qué pasa, Ezra?
Él está tenso, apretando los dientes y sus ojos verdes se oscurecieron como si hubiera visto la cosa más abominable en el planeta, de la nada, Ezra Leif Vance se baja de la camioneta como si su vida dependiera de ello y, Lauren, confundida y sola, se baja detrás de él.
La razón del enojo de Ezra tiene nombre y apellido: Una mujer llamada Edith que parece una muñeca de porcelana, esbelta y de largo cabello negro y ondulado estaba esperándolo en la entrada de su propia casa y, cuando ve a Ezra, sonríe.
— ¡Ezra! ¡¿Qué haces?!
Lauren corrió a la escena cuando vio que él la tomó del cuello contra la puerta, la gran mano de Ezra alrededor del frágil y delgado cuello de Edith.
— Te dije que no quería verte por aquí esparciendo tus asquerosas feromonas nauseabundas.
Si había algo que Ezra odiaba más que a nada en el mundo era precisamente a los OMEGAS.
¿Ya se entiende qué tan jodida está ella misma?
— ¡Ezra, suéltala! ¡La vas a matar! — Lauren intercede para apartar a Ezra de Edith, quien cayó al suelo al borde de la asfixia.
— Si lo entendiste, lárgate. — Ezra frunce el ceño, cubriéndose la nariz y la boca con la mano mientras se aparta rápidamente.
Lauren ve a Edith en el suelo, no duda en ayudarla a incorporarse y sacudirse el polvo de sus rodillas raspadas.
— Será mejor que lo dejes, Edith, no funcinará. — Lauren trata de ser lo más indulgente posible. — Lo has intentado tantas veces y sigue terminando de la misma forma.
— ¿Parezco un chiste para tí?
— ¿Perdón?
Edith la miró con rabia, de un manotazo rechazó su ayuda.
— Te diré una cosa: Tú-
— Lauren, camina.
Ezra volvió sobre sus pasos al ver que sua sistente no ingresaba a la casa, interrumpiendo las palabras de Edith sin cuidado alguno.
Lauren asintió y lo siguió, no pudo hacer nada más que ver la expresión amarga de Edith cuando el mayordomo le cierra la puerta en las narices, pero, algo muy dentro de ella siente un pequeño cosquilleo culposo de satisfacción.
— ¿Te dijo algo malo esa mujer, Lauren?
— No, señor.
¿Cómo podía esperar el mundo que ella no desarrollara sentimientos por él cuando seguía siendo tratada de esa manera tan privilegiada?
«Querido Dios, solo quiero permanecer cerca de él... Justo de este modo.» Lauren sonríe para sus adentros, satisfecha como si hubiese ganado una batallada, aún tendría tiempo para pensar en qué haría con la noticia que había recibido.