Narrado por María.
No quería pensar en lo absoluto en lo que había sucedido entre Santiago y yo, porque cada maldito paso que daba hacia él me alejaba a pasos agigantados de Darío, y eso no era algo que iba a permitir.
Estaba echa un lío y ni siquiera sabía cómo iba a escapar de todo aquello.
Mamá no preguntó nada cuando aparecí en casa con la maleta a cuestas empapada a causa de la lluvia que estaba cayendo fuera. Me abrazó tan fuerte como necesitaba y me deshice en trozos con un llanto que hacía ya tiempo necesitaba.
Fue paciente y no preguntó nada, tan sólo me bañó como si aún fuese una niña pequeña, puso un plato de comida sobre la mesa y me arropó en su cama, recostándose a mi lado, mientras lágrimas silenciosas seguían saliendo.
No podía de