Narrado por María
Dimos varios traspiés por mi habitación entre risas divertidas. Me lo había pasado muy bien, él era todo un payaso. Me gustaba mucho.
- ¿Cuánto tiempo vas a quedarte? – preguntó de pronto. Me apoyé en el escritorio y le observé, ni siquiera había pensado en ello.
- ¿Cuánto tiempo puedo quedarme? – sonrió, divertido.
- Tengo responsabilidades aquí, pero ... me encanta que estés aquí – sonreí, sabía que era lo que quería decir – Por mí puedes quedarte toda la vida.
- Mi trabajo está en Mónaco.
- Puedes trasladar tu estudio aquí – sugirió.
- Aún tengo sentimientos por otro tío.
- Tienes razón, estoy corriendo mucho – se quejó, desviando la vista un momento – no quiero presionarte. Sabes que esa nunca ha sido mi intención – asentí, pues sabía que era justo así – Debería irme y dejarte descansar – dio un paso hacia tras y le agarré del suéter impidiendo que pudiese marcharse a ningún lugar.
- No te vayas.
- No creo en el sexo sin compromiso – asentí. Sabía que él era así.