—¿Todavía no ha salido?
—No te angusties, ya revisé el vídeo con calma. No parece que tenga heridas graves en los brazos o las piernas. Ella es muy suertuda, no le va a pasar nada. Pero puedes quedarte ahí esperando si prefieres —dijo Álvaro con voz tranquila.
Era raro que Álvaro, que siempre discutía con Marina, fuera ahora el que la calmara.
—Tía, ¿ya llegaste al hospital? ¿Viste a mi mamíta? —Andi y Orión le jalaban la camisa a Álvaro, gritando al teléfono. Los dos niños estaban súper preocupados, sobre todo Andi, que ya estaba a punto de llorar.
Orión, como hermano mayor, aunque tenía los ojos llorosos, aguantaba como podía.
—Álvaro, ¡déjanos hablar con la tía Marina!
—No hagan escándalo, siéntense bien en el sillón, y en cuanto sepamos algo, les avisamos —intentó apartarlos mientras su ropa casi no sobrevive al forcejeo.
Perla no estaba en peligro, ¡pero su pantalón casi se rompe en dos!
—Cuando tengan noticias, llámenme, por favor. Voy a estar pendiente —dijo Álvaro. Esa noche ni