Perla: No……
—Llévenselo todo, no deseo nada de esto —dio dos pasos atrás y se dio la vuelta hacia la puerta de la casa.
César no se atrevió a detenerla como lo había hecho aquella tarde. Le hizo una señal a Rajiv, y ambos corrieron a toda prisa con las cosas hacia la puerta de la villa. Las dejaron en el suelo y regresaron corriendo como si alguien los estuviera persiguiendo. Subieron al auto y, sin despedirse, arrancaron a toda velocidad como si fueran cohetes.
Perla, aturdida por el viento nocturno, se quedó quieta, parada. Ni siquiera alcanzó a reaccionar para detenerlos cuando ya tenía un montón de bolsas de compras frente a ella.
Desde la ventana, Álvaro vio a su hermana regresando, y extrañado de que no entrara, abrió la puerta principal.
—¡Anda, miren! ¿Qué es todo esto? —preguntó.
Ella suspiró cansada.
—No sé, mejor mételo primero.
En el sofá, Álvaro y Andi revisaban las bolsas con entusiasmo, mirando una a una.
—¿Esta ropa… parece para un niño de tres años, no? ¿Y es también r