A la mañana siguiente, Marina estaba sentada en la cama, llena de dudas y sintiendo algo de arrepentimiento.
Claramente había tomado una decisión anoche, ¿por qué ahora, cuando ya estaba a punto de dar el siguiente paso, quería echarse atrás?
En el baño, Ricardo se afeitaba y se arreglaba, cantando felizmente mientras se preparaba.
Cuando regresó al dormitorio, tenía en las manos una camisa blanca y un vestido blanco.
Ropa para una pareja.
—Busqué en internet, para las fotos de matrimonio necesitamos vestirnos con algo simple y del mismo color. Puedes maquillarte, siempre y cuando se te vea bien la cara. —Ricardo le pasó el vestido blanco que había dejado sobre la cama, y delante de ella, se quitó el pijama y se puso la camisa.
El maquillaje lo había comprado la noche anterior después de la cena.
—Ya casi nos vamos, no te vas a arrepentir a último minuto, ¿señorita? —Ricardo la miró mientras se agachaba frente a ella, haciendo un puchero y actuando de manera dramática. Sus ojos estaban