¿Teresa estuvo con César durante cinco años?María se giró rápidamente, mirando a su hijo con furia. Su mirada le preguntaba: ¿Acaso no le había prometido que no tendría nada que ver con alguien como Teresa?César la miró, serio, y le respondió a Saúl con tono cortante: — No, yo no tengo...nada que ver con ella.— No es lo que Saúl piensa, César y yo solo somos amigos —intervino Teresa de nuevo, con una expresión de tristeza y nervios. No importaba cómo la miraran, parecía que estaba escondiendo algo.César la miró molesto, deseando que ella simplemente se quedara callada.Teresa levantó la mirada, se encontró con la de César y, sin entender bien qué había hecho mal, bajó la cabeza sintiéndose aún más frustrada.María rodó los ojos, claramente cansada de las mujeres que solo fingían. Pasó todo el día llorando frente a César, como si la hubieran maltratado, pero cuando César no estaba, era otra persona. ¡Qué gran actriz!— ¡Ja! —Saúl soltó una risa burlona—. En la familia Balan no hay h
—¿Cuántos años tenía cuando tomó el control de la empresa? No tiene nada de experiencia, ni ha hecho nada por la compañía. Tú, que has trabajado tan duro, ¿y ahora todo se lo vas a dar a otro? No solo pienses en ti, también piensa en tu hijo. ¿Quieres que Saúl siempre esté por debajo de César? ¿Viviendo de su sueldo como si fuera su empleado? —Rocío decía con más pasión mientras hablaba.Hace diez años, la empresa debería haber sido suya, pero se la dieron a César. Ahora que Rowan está por morir, solo están recuperando lo que les pertenece.¿Qué tiene de malo eso?Flavio no dijo nada, sus ojos se movían pensativos. La piel caída por la edad trataba de esconder la mirada calculadora en sus ojos.—¡Eh! ¡Dime algo! —Al ver que su marido no hablaba, Rocío lo siguió con afán.¿Qué clase de hombre tan débil eligió para casarse?María y César caminaban por el estacionamiento subterráneo del hospital. Como si fuera una charla cualquiera, ella preguntó:—¿Y tú y Teresa qué tipo de relación tien
Saúl metió ambas manos en los bolsillos del pantalón y sonrió con desprecio.—¿Qué pasa? ¿No eras la que temblaba de miedo en la clínica, y ahora ya quieres que mi abuelo se muera?Teresa se molestó.—¿Puedes dejar de jugar y ponerte serio por una vez en tu vida? ¡El abuelo está en el hospital por tu culpa! Si muere, se llevará nuestro secreto a la tumba. Pero si se llega a recuperar, ¡nos arrastra a los dos con él!—No me digas que ahora te ha dado por los lazos familiares. Tu familia de tres tiene mucho más que perder que yo —respondió con frialdad.—¿Y tú por qué te preocupas tanto? —Saúl inclinó levemente la cabeza y la miró con atención—Ya te dije que lo haría.En ese momento llegó un auto.Antes de subirse, Teresa le recordó:—Asegúrate de borrar todas las grabaciones de seguridad de Clínica El Auxilio.Se dio la vuelta y abrió la puerta del auto, pero Saúl la agarró del brazo y la giró hacia él. Tiró de ella, le plantó un beso en los labios y luego la soltó.—Cuando llegues a ca
—Qué cosa, resulta que todo el camino venías dándole vueltas a esto. ¿Y por qué no me lo dijiste antes? —Rocío se sintió aliviada al ver que su esposo aún la consideraba.—Mi papá conoce al abogado de Rowan. En cuanto amanezca, le voy a decir que lo contacte para que puedan hablar.El enojo en los ojos de Flavio desapareció al instante. Emocionado, le dio un beso en la mejilla.—¡Sabía que casarme contigo fue la mejor decisión de mi vida!Rocío se sonrojó de alegría y le dio una palmadita en el pecho.—Ya somos marido y mujer, bastante viejos también, ¿no te da vergüenza que alguien nos vea?—¿Y qué si nos ven? Además, a estas horas no hay nadie en el hospital.Rocío se rio, aún más complacida.—Oye, ¿y Saúl? ¿No dijo que venía? Ya casi nos vamos y todavía no aparece —dijo, sacando el celular para llamarlo.El tono sonó solo unos segundos antes de que cortaran la llamada.Rocío miró la pantalla, molesta.—¿Y este mocoso qué estará haciendo ahora? ¿No habrá salido a divertirse con esos
No pasó mucho tiempo después de que se fueran, cuando el celular de César empezó a sonar.— Jefe, las cámaras de seguridad de Clínica El Auxilio fueron retiradas para mantenimiento desde el lunes. Hasta ahora, no hay ninguna grabación disponible.Rajiv no estaba en el Hospital del Sagrado Corazón; César lo había enviado a investigar la causa del ataque de ira de su abuelo. Pero, aun así, llegaron tarde.— Revisa los negocios cercanos que tengan cámaras. Mira si alguna grabó algo raro —dijo César, mientras su mirada molesta se perdía en la silueta de los árboles fuera de la ventana.— Como mande, jefe.En el estacionamiento, Rocío seguía quejándose de César.— ¿Vieron esa actitud tan sumisa? A mí me parece que ni parece nieto. Es igualito a su papá muerto. Se le da bien besarle el trasero a los que tiene que, sobre todo cuando se trata de herencias.— ¿Puedes callarte un rato? —Flavio no aguantaba verla todo el día con cara de amargada. — Vete a casa, que tengo que hablar algo con Saúl.
Marina miró la hora. Eran las tres de la madrugada.—El abuelo de César va a morirse —dijo Ricardo por teléfono, con la voz apagada, como si no tuviera ganas de hablar.—¿Cuéntame? —Marina se incorporó de golpe en la cama. El sueño se le fue al instante, y su cara reflejaba sorpresa.¿El abuelo de César?Trató de recordar... debía ser el papá del papá de César.No era raro que se quedara en blanco por un momento. El pariente más anciano que tenía era su mamá. Ni siquiera había tenido abuelos.Ricardo dijo:—Estoy yendo para tu casa. Espérame en la esquina, hay algo que quiero hablar contigo.—Ah, vale… Pero maneja con cuidado, ¿sí?Colgó. Marina no sabía bien qué sentir. Se rascó la cabeza, se quitó el pijama y se cambió para esperar a Ricardo.No pasó ni media hora cuando su celular vibró. Marina echó un vistazo, abrió la puerta con cuidado y se preparó para salir.Apenas dio un paso, el susto casi le para el corazón.—¿Hermana? ¿Todavía andas despierta? —preguntó Perla, sorprendida.
—¡Ya basta, no presumas tu “gran inteligencia”! —gritó Marina.— ¿Entonces eso significa que aceptas? —preguntó Ricardo, con esperanza.Ella miró por la ventana, dudando.— No soy yo la que puede decidir...Ricardo no insistió más. Le dio espacio para que ella tomara su decisión.Marina no paraba de golpear su muslo con los dedos.— ¿Estás seguro de que César no va a enterar?— Seguro —asintió él.— Llámame mañana, entonces.— Bueno, como digas.Dicho esto, Marina se bajó del auto.Con la cara seria, caminó de vuelta a casa. Apenas abrió la puerta, se topó con Perla en la sala, tomando agua.— ¿Hermana? —exclamó sorprendida.Se asustó de nuevo, como si hubiera visto un fantasma.Perla miró su vaso con calma y dijo:— Tenía sed. Bajé a tomar un poco de agua.— ¿Y tú...? —Perla la observó con curiosidad.— ¿Encontraste lo que fuiste a buscar?— Sí… sí, ya lo tengo —asintió Marina, tratando de parecer tranquila.Estaba a punto de huir escaleras arriba, pero Perla la detuvo otra vez.— Per
—¿Abuelito? —Andi entró al cuarto y preguntó con delicadeza.Al no recibir respuesta, empezó a hablar por su cuenta:—Abuelito, te tienes que mejorar pronto, ¿vale? Aunque no sé qué tienes, cada vez que yo me enfermo, mami dice que si como bien, me pongo las inyecciones y tomo mis medicinas, me curo rápido.El abuelo Rowan, que hasta entonces dormía profundamente, escuchó la suave voz de Andi y abrió los ojos muy despacio.Parpadeó torpemente. Por un momento, creyó ver a César cuando era niño...Abrió la boca como si quisiera decir algo, pero solo salió un débil “ghrghrrr” desde su garganta.—¿Qué dices, abuelito? —Andi se acercó, pegando el oído.—Cés… ar…La voz era tan débil y confusa que ni siquiera estando tan cerca Andi pudo entender.Fuera del cuarto, Marina miraba el reloj una y otra vez. Había pasado más de media hora y Andi aún no salía.Ella nunca había visto al abuelo de César. ¿Y si todo esto era una trampa de Ricardo y César para llevarse al niño?En ese instante, le agar