Capítulo 350
Orión recordaba que Andi había dicho que César estaba soltero, que no tenía novia ni esposa.

Sintió una duda. Combinando eso con la reacción de Marina aquel día, parecía que ella sabía algo.

Es que Mamá no conoce a César, ¿o será que sí?

Desde afuera, se oyó el grito de Álvaro:

—¡Orión, entra, ven a jugar conmigo!

Orión cerró la computadora, la apagó y fue a buscar a Álvaro.

Si Marina conocía a César, entonces el tío de Álvaro también debía conocerlo, ¿verdad?

¿Quizá podría hacerle una pregunta a Álvaro?

Enseguida, dijo que no. Con la reacción tan agitada de Marina, mejor no preguntar. Probablemente no sacaría nada de valor.

El hermano pequeño y Marina tienen la lengua igual de peligrosa.

—¡Orión, ya saliste! ¡Mueve esas piernas! —gritó Álvaro, sin moverse ni un paso.

—¡Ya voy!

Orión bajó las escaleras. Álvaro estaba en el sofá con las piernas cruzadas, la computadora portátil sobre las rodillas y conectado al juego. Mientras tanto, Andi estaba afuera en el jardín, practicando artes ma
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