Marina movió la cabeza en la cama, todavía atrapada en su sueño.
—No, no es eso…
—¿No? Entonces, ¿por qué me dejaste? ¿Fueron cinco años! ¿Acaso me lo merecía? —Ricardo se quejaba en su sueño.
Marina miró fijamente los labios de Ricardo, que se movían mientras hablaba.
Sus labios rojos y brillantes parecían irresistibles, pero su voz era tan molesta que le arruinaba el momento.
Qué fastidio, estaba irritada, solo quería que se callara.
Y eso hizo.
Con ambas manos, tomó la cara de Ricardo y trató de acercarse para besarlo. Pero, el se mantenía distante.
Frustrada, decidió que, si ella no podía acercarse, entonces Ricardo iba a acercarse a ella. Con fuerza, juntó sus labios y empujó la cara de Ricardo hacia ella.
¡Plaf! Un peluche cayó sobre la cara de Marina, despertándola de golpe.
—Yugh —gruñó Marina, sentándose de golpe en la cama.
El peluche todavía estaba en sus manos, y notó con vergüenza que había dejado un poco de saliva en él.
—¡Pero qué vergüenza! —pensó.