Capítulo 10
—¡César y Ricardo! —Adrían saludó con entusiasmo.

—Es Adrían Fuentes, ¿no? —respondió Ricardo.

César asintió con la cabeza, como saludo.

Lorena mostró sorpresa en sus ojos y miró al joven. ¿Cómo es que ellos se conocían?

Ricardo se adelantó a resolver su duda.

—Las familias Meyer, Balan y Fuentes son bastante conocidas en Playa Escondida, siempre hemos tenido buen contacto.

Lorena lo entendió al instante: hijos de familias ricas. No era de extrañar que alguien como él se atreviera a conducir un auto deportivo de lujo como si el estacionamiento fuera suyo.

Adrían, viendo su expresión, pareció recordar lo ocurrido en el estacionamiento y rápidamente trató de interrumpir sus pensamientos. Su voz, sin querer, adquirió un matiz de súplica.

—Hermosa...

Esa palabra hizo que todos los presentes se quedaran estupefactos.

Teresa, quien hasta ese momento parecía una figura decorativa en la conversación, no pudo soportar ser ignorada. Dio un pasito hacia adelante, acercándose más a César, de maner
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