Una buena zorra.
Gia.
Todavía me estoy recuperando del impacto de las nuevas sensaciones cuando lo siento venir a mí de nuevo. Ahora tiene ese anillo en el dedo medio, y comienza a pasarlo por mis labios menores, haciéndome llorar y temblar por lo delicioso que se siente. Y aunque me calienta, no es un orgasmo, es como si estuviera poniendo al límite mis terminaciones nerviosas, y eso es malditamente gratificante.
—Haré cosas que te harán sentir que estás a punto de correrte —advierte, separando el anillo de mis labios, y lo miro atenta—. Contráete. ¿Alguna vez has contenido las ganas de orinarte? Es exactamente lo mismo, ten control de tu orgasmo y solo suéltalo cuando yo te lo diga, ¿de acuerdo?
Asiento, ansiosa.
Entonces su dedo con el anillo presiona mi clítoris mientras dos de sus dedos se introducen vagamente en mí. Quiero sentirlo más a fondo así que intento mover mi pelvis hacia abajo pero es imposible.
Los calambres comienzan a pesar, sintiéndome exhausta por tenerlos. Con el anillo yendo y v