Retorcido.
Gia.
Toda la tristeza que he estado sintiendo desaparece al ver el segundo mensaje de este número desconocido.
Tengo registrado el número del abogado de Lev, del ex manager, de todas las personas que deben tener mi número, a excepción del señor Orlov.
El peso de la pregunta se asienta en mi estómago, y aunque él me dijo que no tendríamos contacto por teléfono.
¿Qué otra persona podría escribirme?
Demonios. Sí es él, debe estar molesto por no responderle anoche, ¡pero es que no sabía que era él!
Yo: ¿Es usted, señor Orlov?
Casi me como las entrañas mientras espero su respuesta. Los segundos pasan, y la poca tranquilidad que sentía con el viento acariciándome se va.
Yo: Estoy en el cementerio de Lev, señor.
Me muerdo el labio, notando que ya ha visto los dos mensajes.
Demonios. La ansiedad me invade. Estuve demasiado sumida en mi error, sabiendo que ahora debo hacer lo que sea para que me perdone, y lo he arruinado por no tomarme el tiempo de cuestionar quién era desde anoche.
El nudo en