Descontrolado.
Arthur Orlov.
El sonido de las llantas contra el asfalto es tan fuerte que me eriza la nuca.
—Arthur, por favor, lo siento… —dice Becky.
La fulmino con la mirada, y la alejo de forma disimulada.
—Vete de aquí ahora —ordeno, firme.
La rubia está a punto de hacer un puchero, pero como sabe que no me convencerá, se rinde, y se va.
Al verla partir su cliente de esta noche me reclama, por lo que invento una excusa sobre ella.
Una vez que las aguas se calman y todos los invitados están por comenzar con sus sesiones, me encierro en mi oficina.
Me aflojo la corbata y tomo el teléfono para ver las grabaciones. Desde que Gia llegó a la mansión estuvo esperando por mí. Luce desesperada a medida que pasan las horas, pero empeora cuando empieza la fiesta. La veo subir las escaleras y bajar luego vestida.
Le dije que no podía venir a la mansión al menos que fuera conmigo y me ha desobedecido.
Escucharla llorar mientras me llamaba, estuvo a punto de hacerme flaquear. Quería salir y decirle que ella