Suenan las campanas. El murmullo se apaga.
El silencio se hace espeso.
Comienzo a caminar por el largo pasillo que me separa del altar… y de lo inevitable.
Alli esta el, al final del pasillo... Vestido de negro, impecable.
Su peinado perfecto, ni un solo cabello fuera de lugar. Su barba definida con precisión.
Y su mirada… intensa, directa. Cargada de algo que no sé cómo nombrar.
Por primera vez, su mirada me provoca escalofríos.
Una parte de mí se estremece.
Y, sin poder evitarlo, pienso en él.
En esa otra mirada que me incendia el alma.
En esos ojos que me desarman sin hablar.
Una media sonrisa se dibuja en mis labios, automática…
Pero la borro de inmediato. No puedo pensar en él ahora. Tengo que salir de esto cuanto antes.
Llego al altar. Estoy frente a Dominic.
El cura comienza a hablar.
Sus palabras son un murmullo lejano, como el eco de algo que n