Mientras tanto, Tomás, que estaba observando la situación recostado de la pared con los brazos cruzados, enderezó su postura, se quitó el abrigo y lo colocó delicadamente sobre el sofá.
De inmediato, Francesco, intercambio con los presentes una mirada de desconcierto. — ¡Vaya, el turista quiere pelea!, todo un chico malo, porque no te marchas, ve a donde sea que fue el otro extraño que llego contigo. —Tomas, negó con la cabeza mientras se arreglaba las mangas de la camisa. — Pues veamos lo que tienes. —expreso Francesco.
—Veo que te intriga saber quién es el otro hombre; pues bien, ese caballero no es nada más que el hombre que conoce cada detalle y cada paso de la vida de Isabella, y si no me equivoco en este momento debe estar secando sus lágrimas; ahora ya verás lo que puede hacer este turista. Tomás se acercó a Francesco con una mirada dura y acusadora. —Tú. Todo esto es culpa, tuya —espetó, su voz goteando desprecio.
Francesco, apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el puñ