El aire dentro de la mansión de Alexander estaba cargado de algo denso e inexplorado. Luciana podía sentirlo en cada paso que daba, en cada mirada que él le lanzaba, en cada palabra que no decían.
Habían llegado a un punto en el que negar lo que sentían no era suficiente.
Y sin embargo, ambos seguían fingiendo que podían seguir como si nada hubiera cambiado.
Luciana no sabía cuánto más podría soportarlo.
Las Consecuencias del Miedo
Esa noche, después de una sesión de trabajo tensa y llena de silencios incómodos, Luciana decidió que necesitaba escapar por un rato.
Richard la había invitado a una reunión con algunos escritores y editores independientes. Un lugar donde podría respirar, donde podría hablar de literatura sin sentir que caminaba sobre fuego cada vez que Alexander estaba cerca.
Cuando bajó las escaleras, con su chaqueta en la mano, lo encontró en la sala de estar.
—¿Vas a algún lado? —preguntó Alexander sin levantar la vista del libro que tenía en las manos.
Luciana se detuv