—No mentí, solo me adelanto a los hechos, usted va a ser mía, que no lo veas ahora, es porque estás ciega, tal vez sea buena enfermera, pero no tiene una buena vista como yo —me guiña el ojo y se levanta—, hablaré con tu jefe.
El señor Moretti se va con una sonrisa victoriosa en sus labios y lo observo, hasta su forma de caminar, a pesar de las heridas, tiene un porte fuerte y elegante, como si no hubiese ocurrido nada en él.
Reacciono ante el llamado de una enfermera y me dice que el doctor Salvatore me necesita, por lo que me levanto y me dirijo hacia dónde me han dicho que se encuentra. Lo hallo en un pasillo saliendo de una habitación mientras revisa una carpeta, el diagnóstico del paciente, y termino de acercarme a él.
—Ya estoy disponible doctor —le aviso.
—¿Ah sí? Pues creía que no lo conocía —dice enojado y doy un suspiro.
—Pensé bien lo que dijo, sobre que no quería tenerme como amante, eso dijo recientemente, pero lo pensé mucho y siempre me quiso como amante, porque me ocul