En los días que siguieron, parecía que las cosas hubieran mejorado un poco, Anuk ya no era tan hiriente con sus palabras, aunque mantenía la distancia.
Habían pasado dos semanas y no tenían noticias de Travos, aunque suponían que estaba tramando algo, Abel por fin pudo convencer a Anuk con ayuda de Kio de que él solo quería ser el encargado de la seguridad personal de la Luna de la manada, por lo que Anuk dejaba salir a Aysel al pueblo, con la tranquilidad que ningún lobo se acercaría a molestarla, fue precisamente en una de las salidas al pueblo con Abel cuando una alarma comenzó a sonar.
— Abel, ¿qué es eso? — Aysel miraba a su alrededor asustada, pero todos mantenían la calma, solo cerraban sus tiendas al tiempo que se dirigían hacia un mismo lugar.
— No se preocupe Luna, es solo el aviso de que nuestro Alpha impartirá justicia. — Un escalofrío subió por la espalda de Aysel.