Faltaban unas horas para la cena, por lo que Margarita se concentró en organizar la habitación de Luna, necesitaba liberar el estrés.

Luna la observa sin decir una palabra; el temperamento de su abuela era difícil. Recordaba la primera vez que se enfrentó a su padre por no dejarla concurrir a la escuela. Ella observó por una rendija de la puerta esa discusión, en ese momento su padre le daba miedo; siempre estaba enojado y apenas le hablaba, muy diferente a lo que es ahora. Ver a su abuelita tan firme la llenó de orgullo, nunca nadie la defendió como ella lo hacía, por eso siempre la obedecía.

Los cajones de la ropa eran un desastre; al empezar a doblar su ropa, encontró un blíster de pastillas anticonceptivas, temía que la respuesta sea una confirmación- tesoro, ¿qué son estas pastillas? - la naturalidad de Luna la destrozó - vitaminas, mi tía me pidió que las tome todos los días - la conversación se terminó. Luna no quería mentirle, pero ella nunca aceptaría el sexo prematrimonial.