PUNTO DE VISTA DE LINA:
Los pasos de Dan resonaban con una cadencia que helaba la sangre. No era solo el sonido de unos zapatos contra el suelo de hospital. Era una amenaza. Un reloj de arena al revés. Me giré hacia la puerta. Derian tomó mi mano sin decir palabra, sus ojos me decían que no me moviera, que confiara. Yo asentí, apretando su mano con fuerza. La sombra de Dan se proyectó por debajo de la puerta. Estaba justo ahí. —¿Derian? —su voz retumbó, grave y serena. Esa serenidad que siempre escondía el filo de un cuchillo. —Sí —respondió Derian con tono casual, soltando mi mano justo antes de que la puerta se abriera. Dan apareció con una sonrisa tan impecable como falsa. Su mirada pasó por la habitación, se detuvo un microsegundo en mí, y luego volvió a Derian. A mí me ignoró deliberadamente, como si fuera una silla más en la sala. —