PUNTO DE VISTA DE LINA
La puerta metálica se cerró tras de mí con un crujido pesado, como si sellara algo más que un escondite. Salí tambaleándome, una mano sobre la ceja abierta, la otra rozando la pared rugosa para no caerme. El aire del exterior era frío y húmedo, contrastando con el calor punzante que me ardía en el rostro. No sabía si eran los nervios o la sangre resbalando lentamente por mi piel lo que más me hacía temblar. Caminé unos metros, pero el mundo se movía a mi alrededor como si flotara. Estaba mareada, desorientada… pero no lo suficiente como para olvidar quién era el enemigo. Todo esto es por Derian, me repetí, obligándome a seguir. Por la verdad. Por justicia. Entonces lo vi. Al otro lado de la calle, parcialmente oculto tras un árbol, estaba él. Uno de los hombres de Dan. Lo reconocí por su postura, por la forma en que se llevó el teléfono al oído al verme.