PUNTO DE VISTA DE DAN:
El sonido de mis pasos en el pasillo del hospital era seco, firme, rabioso. Cada vez que recordaba la expresión de Lina —su cara golpeada, su voz quebrada— una punzada me recorría el pecho. No por dolor. No por amor. Sino por orgullo herido.
Ese maldito, disfrazado de doctor, cirujano o lo que sea.......
Apreté los dientes. ¿Quién se creía que era ese tal Liam? Nadie jugaba conmigo. Nadie. Y mucho menos alguien del pasado que creí enterrado.
Saqué mi teléfono al llegar al auto. Mis dedos marcaron un número que jamás pensé volver a usar. Él respondió al segundo pitido.
—¿Lo encontraste? —pregunté sin saludar.
—Está moviéndose rápido, señor. Pero no lo hemos perdido de vista.
—Más te vale. No quiero que lo vigiles… quiero que me digas dónde va, con quién habla, qué respira. Y si se atreve a acercarse otra vez a Lina, no me importa si estás en medio de un hospital: lo eliminas.
Corté sin esperar respuesta.
Encendí el auto, pero no arranqué. Cerré