Eva
—¿Ustedes no tienen respeto? ¿No se ha apagado el fuego de la batalla y ya están aquí como perros lastimeros exigiendo su pedazo del botín? —grité, exaltada. Hay que tener cuidado con los enemigos, sí, pero muchas veces también con los aliados. Los vampiros tomamos malas decisiones, pero vaya que los lobos meten la pata continuamente. Hasta mi querido rey había tenido alianzas desagradables. Solo esperaba que todo funcionara al final.
—La única perra aquí eres tú, vampira. Cállate, mujer, que aquí no hablamos con chupasangres —respondió el alfa, insolente.
Me llevé la mano al cuello en gesto ofendido. —¿Qué te crees…?
¿En serio este alfa ha perdido la cabeza? ¿Cree que podrá conmigo? Iba a soltar una sarta de palabrotas, pero no fue necesario: Cachorrito gruñó, mostrando los dientes.
—No se te ocurra, alfa, decir algo de ella. ¡Respétela! Es la Ilustre Guerrera de quien está hablando. ¡Y defensora de Ciudad Ónix! —dijo furioso.
Demonios, lo miré asombrada. No sé si me gustaba más