Julieta
—¿Estás preparada? —me preguntaba él mientras me vestía. Pasábamos los días y noches entre su departamento y el mío, pero a él le gustaba más el mío, porque tenía mi perfume..
—Lo mejor que puedo —contesté y noté su mirada en el espejo—. ¿Sucede algo?
Él estaba sin camisa, el cabello revuelto de nuestro beso matutino. Cada vez que lo veía lucía más precioso.
—Me encanta verte: cómo te cepillas los dientes, cómo te peinas, cómo te vistes. Cada pequeña acción es como un rito para mí —confesó y vino hacia mí, pasando sus manos por mis brazos descubiertos—. Hay veces en que no puedo creer que estés aquí.
Abotonó mi camisa, me colocó aretes, mis lentes y apartó mi cabello, peinándome como yo sabía que me gustaba. Finalmente, colocó mis lentes y dejó un suave beso en mis labios.
—Perfecta —indicó. En minutos él estaba listo, tomé mis cosas, el equipo nos esperaba. —Solo una cosa más —dijo y colocó sobre mí su chaqueta. Esa que había dejado una de las primeras veces que vino aquí y n