Eva
Era Eva, la ilustre guerrera.
Pero ultimamente era Eva, la solucionadora de problemas. Damián se había ido, Octavio estaba en crisis, Nora corría de un lado para otro, ¿y a quién le dejaron este problema? A mí, por supuesto, y no era la más diplomática.
—¡Alfa Damián se ha ido, ha dejado su cargo y su oportunidad en este reto!
—¡Ha irrespetado el consejo!.
—¡Ha irrespetado la manada!.
—¿Dónde demonios está? —gritaban los hombres del consejo. Escuchaba a Ricardo murmurando, señalando, metiéndose... Ah, sí, señor, aprovechando su momento.
Había movido a estos estúpidos de un lado a otro: a Empresas Ónix, a la biblioteca, de nuevo a las salas de reuniones. Se me habían acabado las maniobras para ganar un poco más de tiempo. Nora decía que habíamos tenido un ataque inesperado para explicar por qué su hermano no estaba.
—¿Tenemos noticias? —pregunté al beta, que pasaba el día monitoreando el territorio de los Herejes de la Noche.
—No han salido. Damián debe estar buscando una negoc