Damián
—Dani, sabes que no puedes estar aquí todo el tiempo —me susurró Nora desde la puerta de la habitación. Otra vez me había quedado observando a Julieta dormir. Era inevitable. Ella no quería verme ni en pintura, y este era uno de los pocos momentos en que podía disfrutar de su presencia. Incluso después de haber pasado un par de días hospitalizada, Julieta parecía una bella durmiente: pacífica, hermosa, como esperando un beso que la despertara. Pero yo distaba mucho de ser ese príncipe salvador; más bien, era ese personaje imposible que la había presionado, quitado todo y que había hecho su vida injustamente complicada.
—Solo quiero cerciorarme de que esté bien —le respondí a través de nuestro vínculo mental.
—Los doctores dijo que está perfectamente, solo está en observación por un día más, y eso es todo. Está bien, gracias a ti.
—Solo un momento —casi supliqué. En algún momento me había quedado dormido cerca de su camilla, y había tomado su mano. Para los mates, estar cerca