— No sé qué hacer madre...es la primera vez en toda mi vida que no sé qué hacer...debo tenerla...quiero tenerla...pero también quiero que me ame del mismo modo en que los ama a ellos...quiero que sus ojos me miren solo a mí, que me mire con amor y no con asco...si la fuerzo a aceptarme solo me repudiara más…solo habrá lodo cubriendo sus labios para alejar mi huella de si misma…me gustaría que estuvieras aquí para decirme que hacer...— murmuraba el orgulloso adonis pelinegro al viejo retrato al óleo que reinaba en su habitación.
Nadie lo sabía, y nadie lo sabría jamás, pero a veces, en el silencio y soledad de sus aposentos en Londres, hablaba con ella, con su amada madre...contándole sus días, sus molestias o frustraciones, aquella pintura era su confidente anónimo...representando a quien, en vida, fue su verdadera consejera...la extrañaba tanto, y en ese momento más que nunca.
Recostando su peso sobre la cómoda y lujosa cama, volvía de nuevo a perderse en el recuerdo de aquel beso, d