El sonido de golpes rompía el silencio de los fríos y solitarios jardines en la mansión Beaumont a esas horas de la mañana, el viento suave y frio no eran impedimento para que Juliette se ejercitara, un brillo desconocido y radiante se reflejaba en sus hermosos ojos de zafiro…el mundo lucia mucho más brillante, como si de pronto todos aquellos problemas que la aquejaban prometieran resolverse en un final feliz, se sentía con más energía que nunca, sentía su pecho tan inflamado de dicha que se creía capaz de volar para tocar las nubes, aquel abrumador sentimiento que la hacía sonreír de la nada era el amor…por primera vez en su vida experimentaba aquel fuego vivaz dentro de su alma…Edmond era su novio…su amor…su príncipe…y ella, no podía sentirse más dichosa.

Todo había tomado un rumbo por demás inesperado, se había tomado la decisión de que ella estaría viviendo en la mansión Beaumont durante unos días en lo que se calmaba todo lo que acontecía a Eros y lograban averiguar si en realid