Subir

Mi respiración se entrecortó, se me erizó cada parte de la piel. Su tacto en mi cintura iba tornándose más firme. Estaba pegándome a su cuerpo para que sintiera su fuerza, la valentía que tuvo para hacer semejante cosa.

Mordió levemente mis labios en un beso que me pareció sumamente diferente. Mi corazón palpitó rápido y sentí una sensación rara. Me gustó, porque me hizo sentir eufórica, pero no fue lo mismo que sentí con Daemon.

Lo aparté.

—¿Te volviste loco? —pregunté, haciendo una mueca de enfado.

El me miró con los ojos brillantes. Era apuesto, muy apuesto. En una forma diferente a Daemon. Era más relajado, parecía más amable. Su expresión no era la de un mafioso malvado como la de su hermano. Se veía mucho más humano.

—Lo siento. —dijo, sin dejar de sonreír, parecía hipnotizado.

—Ya deja de sonreír. Podrían matarnos. —solté, con furia, levantándome para irme de inmediato de la habitación. —Ni se te ocurra seguirme.

Caminé de una manera apresurada, por los pasillos, alejándome y t
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