Los nudillos me sangraron, no estaba acostumbrada en lo absoluto a dar golpes a una pared. Me sentí incapaz, impotente. Un ardor me recorrió de pies a cabeza, un enojo que solo crecía con el pasar de los minutos.
Los pasos acercándose me hicieron volver a la realidad.
—Ella dio su aprobación. —Scott me tomó de la mano y luego, mirando hacia atrás, me la soltó. —Lo siento, no quise ser invasivo.
Lo miré fijamente. No éramos amigos, no era amiga de nadie en el mundo excepto de Carl. Sin embargo, yo no lo había apartado. El solo apartó su mano.
Lo seguí hacia la habitación en donde, un doctor atendía las heridas de mi amigo. El sollozo fue desgarrador de mi parte. Me arrodillé en el suelo al contemplar su imagen en esa camilla.
Estaba tan golpeado que apenas si podía reconocerlo. Él estaba despierto.
—Ter… —soltó, tosiendo, me miró con el ojo derecho apenas abierto, el otro lo tenía cerrado por completo por la hinchazón.
Me arrodillé a su lado.
—Lo siento… Carl… Ha sido toda mi culpa… —b