Ella sonrió bastante animada.
—Serás un valiente.
—Sí —mostró su pulgar izquierdo—. Es una promesa.
Ella dio un salto y llevó las manos a su boca, sonrojándose. Él carcajeó y terminó con un profundo suspiro.
—Ya están cerca —informó el niño.
Ella volvió a asustarse.
—Puedes irte, así no te verán —sugirió el pequeño.
Ella aceptó con un sacudón de cabeza.
—Pero… ¿volveré a verte? —preguntó Hiz con ansiedad y haciendo un puchero.
—Claro que sí —respondió él con mucha convicción—. Siempre cumplo mis promesas.
—¡¿Y me vas a mostrar la nave?!
—Sí, la próxima vez que nos veamos te llevaré a la nave y la recorreremos juntos —él se acercó a ella e inclinó un poco su torso para que sus rostros quedaran cerca. Sus mejillas se ruborizaron—. No olvidaré nunca tu rostro y lo que hiciste por mí y… —tragó en seco— tu energía —acercó sus labios a la marca de infinito de Hiz, le dio un beso.
Ella apartó un poco su cabeza de él y dejó salir una risita.
—¡¿Por qué hiciste eso?! Me dio cosquillas —Cubrió