Capítulo 131
—No me importa lo que ellos crean que soy —dijo, sin dudar—. Me importa lo que tú sabes que soy.

Sentí un tirón en el pecho. Uno que no tenía nada que ver con miedo.

Me quedé mirándolo, muda. Había en su cara esa apertura rara que solo le había visto anoche, en el baño, con su frente apoyada en la mía. Vulnerabilidad controlada. Brutalmente honesta.

—Ivy —dijo entonces, más bajo—. Te lo estoy pidiendo porque eres la única persona en esa ecuación con acceso emocional real a él. Yo no lo tengo. Emma lo perdió. Victoria lo posee pero no lo calma. Tú eres la única voz que todavía puede atravesar esa armadura que él se inventó para justificarse. Si tú le dices “ya ganamos, Adrian, tú y yo”, él va a creerlo. Va a pensar que estás lista para cruzar la última línea, la que te convierte en suya. Y cuando crea eso, nos va a abrir la puerta que necesitamos.

La boca me sabía a hierro.

No por miedo.

Por náusea moral.

—Quieres que le haga creer que voy a dejarte —murmuré—. Que voy a darte la espalda
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