El sol se filtraba entre los árboles del parque, creando un mosaico de luz y sombra sobre el banco donde Alicia esperaba con calma. Era un hermoso día. Alicia cerró los ojos unos instantes para disfrutar de aquella pequeña sensación de bienestar. Su taza de café humeaba entre sus manos, un refugio contra el frío de la mañana y la tensión que sabía pronto tendría recorriendo su cuerpo. Mark llegaría en cualquier momento, no sabía para qué la había llamado, pero si de algo estaba segura es que le quitaría esa paz que ahora tenía.
Al abrir los ojos, lo vio acercarse. Ya no era el Mark arrogante y seguro de otros tiempos. Su andar era más lento, su mirada más cansada. Se sentó a su lado manteniendo una distancia respetuosa.
—Gracias por venir —comenzó él, sin mirarla directamente.
Alicia no respondió. Su silencio era una barrera, una invitación a que Mark explicara el motivo de aquel encuentro.
—Necesitamos hablar de algo importante —continuó Mark—. He estado dando vueltas en mi cabeza y h