Subimos a la moto y me aferro de la cintura de mi amigo, Bruno y Dylan son mis amigos más cercanos, ellos siempre han estado para mi y hacen de mi tiempo en la universidad lo mejor del mundo y eso me hace feliz.
Llegamos a la casa y entramos, dejo las llaves y mi bolso en el perchero y le indico a Bruno dónde escondía mis provisiones.
—El tequila esta en esa gaveta, deja que me ponga cómoda para cocinar.— me mira con cierta chispa, pero era cierto, yo escondía algunas cosillas en la casa, sobre todo cuando me daban mis crisis de ansiedad sin que ellos supieran.
—Dale.
Me pongo una polera de pavilos y un short corto y salgo al encuentro de Bruno, quien tiene en su mano dos chupitos de tequila.
—A nuestra salud.— me dice y choca su vaso con el mío. Comenzamos a beber, mientras pusimos música, hice unas botanas y nos sentamos a seguir la conversación.
—No puedo creer que salfgas con ese imbécil —dice con la lengua traposa, mientras sus ojos están algo vidriosos.
—¿Y qué quieres que haga