Me quedé allí, observando cómo las puertas se cerraban detrás de ellos, dejando un vacío de silencio en la mansión. Mis hermanastros seguían ahí, pero parecía que mi presencia era tan bienvenida como una piedra en el zapato. Decidí que era el momento de hacer algo para romper el hielo.
"Oigan, ¿alguien aquí tiene hambre? Porque creo que la última vez que comí algo fue antes de que el sol se pusiera"dije, fingiendo mirar mi reloj con exageración. Miré a Cillian, que me respondió con la misma indiferencia de siempre, pero al menos no me había fulminado con la mirada. Theron ni siquiera me prestó atención, mientras que Kael... bueno, Kael tenía esa cara de "si hablas, me molestas". Así que me giré hacia Darion, que parecía un poco más dispuesto a tolerarme. "No, en serio" continué, tratando de no perder el tono gracioso "¿Qué tal si dejamos de ser tan dramáticos por un segundo y nos vamos a cenar? No prometo un festín digno de reyes, pero les aseguro que nadie va a morir de hambre." Cillian levantó una ceja, pero nada más. Theron finalmente me lanzó una mirada, como si mi intento de conversación fuera más bien un ruido de fondo. Pero no me rendí. Sabía que si no intentaba algo, terminaría atrapada en este silencio incómodo por el resto de la noche. "Vamos, si no lo hago yo, ¿quién va a mantener esta mansión con vida?" dije, mirando a todos en busca de una señal de que al menos me escuchaban. Darion fue el primero en reaccionar, aunque con un leve encogimiento de hombros. "¿No está mal la idea?" comentó, de una forma que se sentía más como una duda que una invitación. "¡Eso es todo!" exclamé ""No está mal" es lo más cercano a un "sí" que voy a recibir hoy. Entonces, ¿quién se apunta a la cena? ¡Será todo un acontecimiento!" Durante la cena, la atmósfera seguía siendo tensa, aunque al menos no había un silencio absoluto. Estaba bastante claro que todos preferían no estar allí, pero yo no iba a rendirme tan fácil. Decidí que, si no podía hacer que se relajaran, al menos haría que se sintieran incómodos por ignorarme. "¿Saben qué? Creo que la comida está bastante bien. ¡Quién diría que yo podía ser tan buena en la cocina!" comenté, sirviendo un poco de vino con una sonrisa exagerada. Cillian levantó la vista un segundo, como si mi intento de humor lo hubiera sacado de su burbuja de indiferencia. Kael, por supuesto, siguió con su expresión de piedra. Pero Darion, al menos, hizo una leve sonrisa. "¿De verdad? Porque yo estaba empezando a pensar que esto era parte de algún plan maquiavélico para torturarnos" dijo Darion, intentando seguir mi tono, pero sin demasiado entusiasmo. "¡Eso! ¡Mi plan para conquistar el mundo empieza con una ensalada de atún mediocre!" respondí, levantando mi copa en un brindis ficticio. "Si esto sale bien, el mundo será mío." Theron finalmente levantó la mirada, aunque todavía con ese aire de "no me interesa nada". Kael, al fondo, movió la cabeza como si no entendiera de qué hablábamos, pero al menos no se levantó a irse, lo que ya era una victoria en mis libros. "¿Sabían que las ensaladas tienen superpoderes?" seguí, sin detenerme. "Te dan fuerza, te hacen más sabio, y te convierten en la persona más interesante en una conversación aburrida. O tal vez solo me estoy inventando todo eso... Pero, ¿quién sabe?" Darion soltó una pequeña risa, y Cillian por fin levantó los ojos de su plato. No era mucho, pero era un comienzo. "¿Sabías que las ensaladas también te hacen más tolerante?" comentó Cillian, con ese tono seco que a veces parecía un chiste por sí mismo. "¿Más tolerante? ¿Eso significa que tal vez me voy a ganar la paciencia de Kael?" dije, mirando a Kael directamente. Él no reaccionó, pero estaba claro que la mención de su nombre lo había hecho salir de su burbuja un poco. "Lo dudo" respondió Kael, finalmente hablando, aunque con su voz tan baja que apenas lo escuché. "Bueno, al menos estoy probando" dije, tomando otro bocado, buscando algo más para decir. "No te preocupes, lo lograrás" respondió Darion, alzando su copa hacia mí, como si estuviera celebrando mi intento de hacer que todos sonrieran. Aunque los chistes fueron mínimos y las sonrisas forzadas, al menos algo había cambiado. Tal vez no era el festín que había imaginado, pero por primera vez en mucho tiempo, sentí que había tenido algún tipo de impacto, aunque fuera pequeño, en esta familia que claramente no estaba tan dispuesta a abrirse. Después de la cena, me sentí como si hubiera pasado una prueba de resistencia. Los agradecimientos eran escasos, pero al menos todos se levantaron de la mesa sin hacer demasiados comentarios hostiles. Cada uno, a su manera, me deseó buenas noches, aunque con una ligera distancia. Cillian se limitó a un "gracias" que sonó más como una afirmación a sus propios pensamientos que un agradecimiento real. Theron apenas levantó la mirada de su plato, y Kael ni siquiera se molestó en ofrecer palabras, simplemente asintió con la cabeza, como si mi presencia fuera solo un ruido de fondo. Darion fue el único que me sonrió con genuina amabilidad. "Gracias por la cena, fue... interesante" dijo Darion, alzando la copa en mi dirección antes de salir de la sala. Al final, solo quedó el silencio de la mansión, el sonido de los pasos al alejarse del comedor, y yo, recogiendo los platos para dejarlos a la señora de limpieza. Sentía que la tensión del día me había agotado, como si el intento de conectarme con ellos me hubiera drenado por completo. Me dirigí a la habitación que había ocupado la noche anterior. La cama parecía un refugio y, sinceramente, no quería pensar en nada más. Pero antes de cerrar la puerta de la sala de estar, un golpeteo suave sonó. "¿Sí?" dije, sintiéndome ya demasiado cansada para cualquier cosa más. La puerta se abrió lentamente, y allí estaba él. Edrik. Era imposible no notar lo atractivo que era. Su cabello largo y negro caía en ondas suaves, con una coleta baja y algunos mechones sueltos que le daban un aire desenfadado, pero increíblemente elegante. Sus ojos grises oscuros parecían brillar como la luna en una noche sin nubes. Algo en su mirada, tan intensa y profunda, me hizo sentir una mezcla extraña de inquietud y fascinación. "¿Interrumpo?" preguntó con una sonrisa cautivadora, sus ojos brillando con un destello travieso. Antes de que pudiera contestar, dio un paso al frente y me tendió una rosa, la cual había arrancado de los jardines de la mansión. "Para ti, una flor que refleja lo que eres..." dijo, su tono suave pero con algo enigmático. Luego añadió con tono burlón: "O tal vez solo porque me estaba aburriendo. Pero eso no es importante." Tomé la rosa sin decir nada, sin saber si agradecérselo o simplemente dejarlo en el aire. Pero en ese momento, todo lo que quería era descansar. "Gracias" musité, incapaz de no notar la tensión en el aire. Sus palabras no sonaban como las de alguien común. Como si hubiese algo más, algo que no podía poner en palabras, pero que me mantenía alerta. Él dio un paso más cerca, y su sonrisa se alargó, como si esperara algo de mi parte. "Solo quería desearte dulces sueños, preciosa. Pero antes de irme, ¿quieres escuchar un chiste?" preguntó con un tono juguetón. Yo lo miré, un tanto confundida por la ligera amenaza en su actitud. "Claro... " respondí, aunque no estaba segura de si quería reír o salir corriendo. Él soltó una risa baja, como si estuviera disfrutando de su propio juego. "¿Sabes por qué el libro de matemáticas estaba triste?" preguntó, mirando fijamente. No pude evitar alzar una ceja, dudando si mi cerebro estaba preparado para lo que iba a decir. "No... ¿por qué? " pregunté, algo escéptica. "Porque tenía demasiados problemas." Y soltó una risa ligera, casi como si se estuviera divirtiendo con su propia ocurrencia. No pude evitar reírme un poco, aunque fue más por lo absurdo que por lo ingenioso del chiste. Edrik parecía contento de que me hubiera reído, y su sonrisa se volvió más amplia. "Bueno, al menos hice que sonrías. Espero que duermas bien, preciosa." Sus palabras se alargaron como un susurro, y aunque su tono seguía siendo suave, algo en su actitud me hacía sentir incómoda. Me di cuenta de que estaba manipulando la situación con esa amabilidad un poco falsa, algo que me hacía pensar que no todo era lo que parecía. Antes de que pudiera responder o reaccionar, Edrik me regaló una última mirada intensa y se alejó lentamente, cerrando la puerta tras él con un suave clic. Me quedé allí, sosteniendo la rosa en mis manos, con una sensación extraña recorriéndome. Algo no estaba bien. No era solo su forma de mirar, ni el tono de sus palabras. Era la sensación de que estaba tramando algo, algo que no tenía buenas intenciones. Dejé la flor en la mesa de la sala, me metí en la cama y cerré los ojos, pero no pude evitar la sensación de que algo oscuro estaba por suceder.