EMILIA
La noche se sentía pesada, como si la ciudad misma cargara con mis emociones. Salí del bar sin rumbo fijo, con el corazón latiendo a contratiempo y las mejillas calientes por más de una razón. El viento nocturno me golpeó el rostro, pero no me alivió. Solo me hizo sentir más viva y más rota.
Me sentía de todas las maneras contradictorias después del encuentro con Brandon.
— ¡Emi! —Escuché la voz de Leo antes de verlo.
Me giré justo cuando él y Tony salían del bar detrás de mí. Me había olvidado de ellos. Al verlos, no me contuve. Eché a correr hacia Leo como si fuera un refugio. Me abrazó con fuerza y, en cuanto sentí el calor de su cuerpo, me quebré.
Las lágrimas cayeron sin permiso. Lo abracé con desesperación, aferrándome a él como si pudiera salvarme de mí misma.
— Shhh, tranquila, mi amor, aquí estamos —. Leo me acarició la espalda, mientras Tony activaba el auto con el botón automático.
— Suban, ya —dijo Tony desde la puerta abierta—. Vamos, que esto no se habla en la ca