Mis lindos lectores, bienvenidos a esta aventura. Esta historia es de actualización diaria. Deja tu comentario para que más lectores se unan ¿Qué opinas de Emilia y lo último que le dijo Brando? Deja un comentario :)
EMILIA— No sé si enviarlo a Starlight o a Darkhole —. Murmuré, frotándome la sien con una mano—. Ambos tienen argumentos de peso. Pero no puedo dejar de pensar en lo que representa elegir a uno u otro. Digo, Starlight siempre ha aceptado todas mis condiciones, pero no sé si abrir más horizonte sea contraproducente. Estábamos sobre la mesa cenando y discutiendo sobre mi último guion, y bueno, también necesitaba salir de casa luego de que me había recluido por los chismes de la farándula.Leo cruzó la pierna con elegancia, sosteniendo su taza de té como si estuviera en un debate presidencial.— Ok, veamos —. Dijo, dándose un segundo para pensar—. Starlight tiene más alcance internacional, mayor presupuesto, equipos más robustos, y tú ya tienes una relación con ellos, y están dispuestos a negociar un poco más si así lo quieres. Aunque. . . Bueno, el problema sería el idiota de tu ex.Solté un suspiro, profundo y cargado de historia.— Aunque Brandon, no debería representar algo, supong
BRANDONMe había tomado la tercera copa de vino con la finalidad de no pensar en Emilia, pero mis ojos habían decidido mandarse solos y voltearla a ver cada dos segundos.Cada vez que sonreía, me reafirmaba que había pasado la página conmigo. Me reventaba el hígado verla en sociedad. Una de las únicas veces en las que Emilia sonrió para mí, fue cuando le llene la casa de flores el día después de su cumpleaños. *Estaba en mi oficina terminando la última junta del día, cuando una notificación de mi G****e calendar me avisó que era cumpleaños de mi esposa. Lo había tenido en mente, pero había decidido no llegar a casa para no tener que enfrentarme con el problema de invitarla a cenar. No había querido tener contacto alguno con ella.No había asistido a propósito, ni le había mandado mensajes. Quería llegar a la casa y que el personal me dijera que había salido desde muy temprano de casa, así yo podría esperarla por la noche, comprobando que había salido con su amante.Sabía que Emilia
EMILIA (Relato del día de la boda)Había sido de esas novias que aún creían en los cuentos de hadas. Aunque mi matrimonio con Brandon Moretti había sido arreglado, no pude evitar enamorarme. Lo ilógico no me importaba. Porque el corazón no mide acuerdos, mide latidos. Y el mío latía por él.Siempre lo admiré. Por su porte, por su carisma, por esa imagen impecable de hombre altruista que ayudaba a los más vulnerables con una sonrisa sincera. Me enamoré desde la distancia, desde los titulares de revistas, desde los pasillos del colegio donde alguna vez coincidimos. Él era el soltero más codiciado del país. . . Y yo, simplemente, creí tener suerte de haber sido elegida para ser su esposa.En el altar, nunca me miró directamente. Yo lo justifiqué. “Debe estar nervioso”, pensé. “Esto es nuevo para él también”. No teníamos historia juntos, ni una sola cita de por medio. Apenas un par de encuentros formales. Y aun así, mi pecho estaba repleto de sueños. Pensé que quizás, con el tiempo, aprend
EMILIAMe levanté al día siguiente con un poco de dolor de cabeza. Aun así, hice un esfuerzo para levantarme e iniciar mi día con una rutina de ejercicio antes de desayunar y empezar a trabajar en las ideas de mi siguiente guion. Sin embargo, mi día no fue tan bien desde el momento en el que recibí un correo electrónico por parte de mi mamá, a la que había evitado desde que mi divorcio. Había cambiado el número de teléfono y había sido Leo quien me había rentado el departamento a su nombre, para que nadie pudiera rastrearme con facilidad. El correo electrónico de mi madre llegó sin previo aviso. Sin saludo, sin cortesía. Solo una frase en mayúsculas: “TE QUIERO EN CASA ESTE FIN DE SEMANA. ES URGENTE.”Ni un hola, ni un cómo estás, o algo que pudiera decir que echa de menos a su hija. Como si no hubieran pasado los meses desde que me vio por última vez. Como si no me hubiera enterrado viva la noche en que firmé mi matrimonio con Brandon Moretti. Aquel que, según ella, era “la oportuni
BRANDONEl día comenzó como la m****a, en pocas palabras, mal.Desde el momento en que abrí los ojos, sentí la punzada familiar del vacío, esa presión en el pecho que aparecía cada vez que pensaba en ella. Emilia Ricci. La maldita dueña de mi paz, y mi perdición. ¿Por qué no podía pasar página con ella? ¿Por qué mis pensamientos estaban plagados de ella? Todo en mi cabeza era ella y no tenía idea de cómo parar. No había dormido bien. Otra vez. Porque cada vez que cerraba los ojos, veía su rostro. No el de hace meses, no el de la mujer sumisa y callada que caminaba a tres pasos detrás de mí. No. Veía a la nueva Emilia, la que no dudaría en trapear el piso conmigo. La de labios rojos como un crimen a medianoche. La del vestido azul que abrazaba su cuerpo como si hubiera sido tallado en pecado. La que reía con ese par de imbéciles, como si no existiera dolor, como si su historia conmigo no hubiera sido más que un mal capítulo.Una sonrisa así no debería doler. Pero dolía. Y jodidamente
BRANDONMe quedé mirando a Leonardo Abreu con el deseo reprimido de arrancarle esa sonrisa elegante de un puñetazo.— Así que eres tú quien representa a Bishop Moon —. Murmuré, apenas modulando la voz. Lo que uno tenía que hacer por negociar con Bishop Moon.— Efectivamente —. Respondió con la misma tranquilidad de un carnicero antes de cortar carne—. Me pidió que viniera a discutir algunos términos generales en caso de que decidiera trabajar con Starlight Films.Sus palabras fueron medidas, suaves, pero su mirada era todo menos neutral. Había fuego detrás de esos ojos, un desafío disfrazado de cortesía.Sabía que estábamos hablando de Bishop Moon, pero mi pu**ta cabeza solo viajaba hacia un tema de mi interés ¿Cuánto sabía de Emilia? ¿Qué tanto compartía con ella? ¿Eran follamigos? M****a, esto último me dio náuseas.— Qué conveniente —dije, cruzándome de brazos—. Dicen que Bishop Moon es exigente, reservado. Me sorprende que te haya elegido como su representante.Leonardo sonrió de m
BRANDONLas paredes de mi oficina temblaban con el eco de mi rabia contenida. Había llegado a mi oficina como una abominación caída en la desgracia.Cerré la puerta con un golpe seco, y me lancé sobre la silla de cuero como si el mundo entero me debiera explicaciones. No me importaba el reporte de marketing, ni los nuevos talentos en audición, ni siquiera las cifras del último trimestre. O si el tal Bishop Moon se quisiera ir a Darkhole. Me importaba una sola cosa.Emilia Ricci.Saqué mi teléfono y marqué sin pensarlo dos veces, mientras daba vueltas en mi silla como un villano planeando su siguiente plan para destruir el mundo.— ¿Señor Moretti? —Contestó una voz al otro lado. Grave, discreta, y profesional. El tono de quien vive en la sombra y cobra caro por saber cosas que nadie más debe saber.— Dime que tienes algo —. No saludé. No necesitaba todas esas mierdas de cortesía que la gente generalmente hacía como saludo. El investigador soltó un suspiro. Sabía que era un maldito c
EMILIA Sentir sus labios fue algo con lo que había soñado, en el momento en el que me casé con él. El problema es que no fui correspondida. Y eso lo entendí en cinco años de indiferencia.Las cosas suelen enfriarse, volverse cenizas, aunque estas contenían el calor de lo que una vez fue. Habría sido perfecto que él me hubiera besado en el altar. Pero ahora era como un ladrón cuando tuvo derecho sobre mis besos y no los quiso. No. Mis besos no valían sus arrebatos, por lo que lo empujé con la fuerza justa para que retrocediera. Me limpié el rastro de sus labios con un movimiento brusco de la mano. Era una fortuna que el labial que traía era indeleble, de lo contrario habría quedado como un payaso. — La siguiente vez que te acerques, te voy a arrancar los labios de las santas mordidas que te voy a dar. Brandon sonrió. — Sabes que eso no es verdad. Ni tú misma lo crees —. No dejó de mirarme a los ojos. — Me da igual lo que digas. Me da igual lo que creas. —Acercó su rostro un poco