EMILIA
El murmullo de la junta aún vibraba en mis oídos cuando mi teléfono empezó a sonar, el nombre de mi mamá parpadeando en la pantalla como un eco de un pasado que no quería tocar. Dudé en contestar. Sabía que tarde o temprano esto pasaría, pero después de todo lo que se había dicho en los medios, de verme expuesta y juzgada, no me sentía lista para abrir esa herida.
Miré de reojo a Brandon, que estaba discutiendo con Renata y Elías, tan metido en el caos de la crisis que por un instante me sentí invisible, y eso me empujó a contestar.
— ¿Sí? —Mi voz salió más fría de lo que pretendía.
— Emilia, hija —. Al otro lado, la voz de mi mamá sonó cansada, con un matiz que no recordaba desde mi infancia, cuando aún creía que podíamos ser familia—. Sé que probablemente no quieras escucharme, pero vi las noticias. Te ves tan fuerte, tan valiente, pero también sé que por dentro debes estar pasándola mal. Quisiera hablar contigo.
Me quedé callada, masticando el rencor. No sabía si colgarle, si