Capítulo 34 —El peso del legado
Narrador:
Lorena permanecía en silencio, con el ceño apenas fruncido, mientras observaba a Franco desde el sillón donde había quedado tras el beso interrumpido. Él estaba de pie junto a la ventana, el teléfono aún en su mano, la mandíbula tensa y sus hombros rígidos. La noticia lo había golpeado como un puño en el estómago. Don Enzo Barone había muerto. Por unos instantes, la habitación pareció llenarse de un silencio pesado, roto solo por la respiración controlada de Franco. Su mirada seguía fija en el exterior, pero sus pensamientos estaban en un torbellino, repasando cada conversación, cada lección, cada orden que había recibido del hombre que ahora era solo un recuerdo.
—¿Está