— James — comenzó ella, con la voz temblorosa —, si me llevas hasta el Alfa, sin duda lo mataré. Pero no necesitas cargar con el peso de llevar la muerte a tu propio padre.
Los ojos de James se entrecerraron, una mezcla de determinación y tristeza se manifestó en su mirada.
Sostuvo la mano de Alice con firmeza, transmitiendo una confianza que trascendía las palabras. Su voz sonó, cargada de convicción y pesar.
— Alice, sé exactamente lo que significa llevarte allí. Esa es mi decisión —finalizó el macho.
[...]
La oscuridad de la noche envolvía a Alice y a James mientras galopaban por el camino sinuoso. El sonido de los cascos del caballo resonaba por la carretera vacía, creando una banda sonora melancólica para la jornada que estaban a punto de enfrentar. La débil luz de la luna apenas iluminaba sus rostros tensos, destacando la angustia en los ojos de Alice.
Ella se sujetaba firmemente a la silla, sintiendo cada impacto de los cascos del caballo contra el suelo. El aire frío de la noc